Ese legendario y secreto club del placer en pleno vuelo. ¿Quién no ha fantaseado alguna vez con la idea de mezclar el romance con el turbulento ajetreo de un avión? Imagínate atrapado en el asiento del medio de un vuelvo transoceánico de 12 horas, luchando por un pedacito extra de espacio para las piernas, y que el aburrimiento se coma tu alma. En algún momento le pregunté a mi amigo: ¿Será que alguien está logrando el encuentro aéreo de sus sueños en ese diminuto baño incómodo?

Es importante (o no) recordar que técnicamente y como todo lo bueno en este mundo, el sexo real en un avión real no solo es ilegal, si no también extremadamente incómodo. Mucho hablar de que follar en un avión aumenta el placer, ¿pero piensas que podrías tener una experiencia íntima satisfactoria mientras estás atrapada en una diminuta caja voladora con cientos de espectadores involuntarios? Oh, profesionales del malabarismo aéreo, cuán impresionante debe ser su destreza física y capacidad para mantener el equilibrio mientras intentas conseguir un orgasmo cueste lo que cueste rodeado de olor a químicos. ¿El subidón y el morbo de la experiencia realmente compensan?

A las dos horas de vuelvo mi amigo y yo aburridos como ostras ya estábamos imaginando la vida sexual de la gente, (somos así de raros, no nos juzgues). Analizamos a nuestros compañeros de viaje durante las siguientes horas ignorando todo lo demás. Quizás esa pareja de ancianos de dos filas más adelante que parecían estar más interesados en compartir pasteles y galletas en realidad estaban pensando en intercambiar algún tipo de polvo aéreo.

De repente nos surge el cosquilleo de probarlo. Tanto hablar del tema nos estaba encendiendo. Mi amigo y yo habíamos follado un par de veces, así que entre una cosa y otra se nos ocurrió repetir. Organicé todo un plan de sexo que rivalizaba con el de La casa de papel. Calculé los movimientos de la gente, de auxiliares de vuelo, calculé las horas que nos quedan hasta aterrizar y los baños que había. Treinta minutos después puse en marcha el plan: Probemos esto del High Mile Club.

Primero entre yo, luego él. Una vez dentro de ese armario apretado, (porque ese baño solo era como un armario) nuestro ingenio se puso a prueba. Saber cómo desabrocharte el cinturón y quitarte la ropa con una sola mano y balancearte en el espacio limitado sin despertar sospechas ni hacer ruido, es todo un arte. Y no a todos se nos da bien. Tuvimos que ser cuidadosos entre tanto desenfreno para no tocar involuntariamente el botón de la luz de ayuda, o el de la cadena, a menos que quisiéramos añadir un nuevo nivel de emoción a la experiencia, algo que no queríamos.

Os digo una cosa, en las películas y los libros suena fácil. No lo es. Pierna arriba, brazo girado, espalda doblada en una posición incómoda como si fueras un contorsionista del circo du Soleil. ¿Preliminares? Descartados, íbamos a lo que íbamos, con que uno se corriera para corroborar la historia sobre follar en un avión llegaba.

Estaba lo suficiente preocupada ya de que no nos pillaran para que se complicara más. ¿Sabías que las turbulencias son un desafío especial para los aficionados al High Mile Club? ¿Alguna vez has intentado mantener una posición íntima mientras el avión se sacude violentamente? No es fácil mantener un equilibrio adecuado y un ritmo constante mientras te aferras a cualquier objeto cercano que prometa estabilidad. Lo bueno del baño es que las paredes proporcionaban algo de seguridad, pero el sonido de los golpes contra las paredes y los quejidos de dolor por los tirones y los ronquidos de algunos y gruñidos descontentos de otros añadieron una banda sonora poco erótica a la experiencia.

 

Un polvo conejero corto, mediocre e incómodo. Pero reírme me reí un rato, eso sí. Entonces salimos del baño sólo para volver a entrar cada uno en uno para refrescarnos un poco y volver al asiento como si nada hubiera pasado, aunque me refresqué sólo para darme más interés, en realidad no tenía ni si quiera cara de follada, no me había dado tiempo. Pero ahí estaba yo aun así, como una miembro orgullosa y sonriente del High Mile Club. Puede que muchos pertenecientes a ese club tuvieran experiencias satisfactorias, la nuestra fue un desastre divertido que no volveré a repetir por si acaso.

 

Vosotras probad si queréis, pero recordad que el tiempo en un avión puede ser incómodo, limitado y está lleno de normas y reglas. Así que disfrutad de los vuelos de manera responsable (guiño guiño), manteniéndoos en el asiento y buscando otras maneras de entretener vuestras mentes y tiempo hasta que lleguéis al suelo (guiño guiño).