El chico al que estaba conociendo quería que mintiera sobre mí a su  familia 

Os voy a contar la historia de mi última “conquista”. Una joyita de exposición, vamos.  

La cuestión es que me la dio con creces. Nos conocimos por Tinder hace cosa de 8 meses.  Habíamos hecho “match” y Sergio me abrió conversación. Iba más allá del típico “¿Qué buscas  aquí?”,o, “Uff, que rica estás”, por lo que le seguí el rollo y nuestras conversaciones empezaron  a fluir. Después de una semana mentiría si dijera que no me hacía ilusión recibir sus “buenos  días” entre otras cosas.  

Vaya, que nos pegábamos el día hablando y decidimos que teníamos que quedar para  conocernos en persona. Cuando llegó el día de nuestra primera cita no me decepcionó en  absoluto. Físicamente me llamaba mucho la atención, pero es que, además, era un encanto, o  eso parecía… 

Fuimos conociéndonos y quedando cada vez más. Nos contábamos cosas de nuestras familias,  nuestro contexto, ilusiones y metas en la vida. Parecía que le gustaba todo de mí, eso me hizo  creer. 

Cuando llevábamos 3 meses quedando, decidimos dar un paso más. Me comentó que su  familia celebraba una barbacoa en la casa de su pueblo, y que le haría mucha ilusión que yo  también estuviera allí. Lo pensé durante unos días porque me parecía un paso grande en  nuestra relación, pero le vi tan ilusionado que le dije que allí que iba.  

Su pueblo estaba a una horita de nuestra ciudad y quedamos en que pasaba en coche a por mí,  y así me iba contando cosas de ellos durante el viaje. Pues bien, fue montarme y empezó el  show.  

Yo trabajo en una cadena de tiendas de ropa low cost mientras estudio, ya que mi familia es  humilde y no pueden pagarme todos los gastos que suponen los estudios en la uni. Pues  bueno, este chico lo primero que me dijo al montarme en el coche fue que su familia era  bastante tradicional y que prefería que les dijera que mi padre tenía una empresa propia y que  yo estaba estudiando para meterme allí una vez acabara mis estudios. Por supuesto esto era  mentira, y así se lo dije. Le dije que no quería mentir, que que tenía de malo ser sincera, que mi  situación no tenía nada de malo. 

Me respondió que le siguiera el juego, que así me aceptarían antes y que lo único que quería es  que lo nuestro saliera bien. Yo no estaba de acuerdo, pero también la situación me podía.  Sentía que me metía en la boca del lobo y no podía salir. Ahí, dentro del coche y él,  aleccionándome. 

Ahí no terminó su historia para no dormir. Seguido me dijo que, si me preguntaban por mi idea  de futuro con su hijo, les dijera que quería formar una familia cuanto antes. En cuanto oí eso me negué, le dije que ya sabía por nuestras conversaciones que no tenía  como prioridad tener hijos, que ni siquiera sabía dónde iba a estar en un año, como para saber  eso. Dijo que daba igual, que tenía que decir que formar una familia era lo más importante  para mí, y así me querrían en la suya. 

Me sentí muy abrumada y empecé a sentir ansiedad. Ese chico quería que me presentara a su  familia como una persona totalmente diferente a quien soy. Se lo hice saber y le pregunté que  si realmente le gustaba como yo era y de donde procedía. Entonces vino la frase culminante: 

“Hay cosas que no puedo cambiar, como que tus padres sean de clase obrera, pero se puede  ocultar para que mis padres estén contentos”. 

En ese momento sentí una rabia por dentro que hizo que me cagara en ese tipejo y le dije que  ya no tenía ganas de conocer a nadie que tuviera que ver con él. Llevábamos unos 20 minutos  en el coche por entonces, y con todo mi potorro le pedí que diera media vuelta y me dejara en  mi casa. Él me dijo que como iba a hacer eso, que ya les había dicho sobre qué hora  llegaríamos y que yo iba a estar allí. Le contesté que me la pelaba lo más grande como quedara  con ellos, pero que no quería tener nada que ver ni con él ni con toda esa pantomima. 

A regañadientes accedió a llevarme a casa y ese fue el último día que supe de él. No sin antes  despedirme diciendo que prefería ser de clase humilde que vivir en la farsa en la que él quería  convertir su vida. 

 

Anónimo

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