Papitis aguda

 

Hace unos años me enamoré de un chico que, a sus treinta y tantos, aún vivía con su padre. Y pensaréis que, tal y como va el país, es prácticamente lo más común porque, al precio que están los alquileres y ante la precariedad laboral, pocos jóvenes se pueden permitir otra cosa. Ese es un tema que daría para otro post, porque vaya tela con la situación de la juventud en España. Pero ese no es el asunto que nos ocupa y yo he venido aquí a hablar de mi libro. El libro acerca de la historia de Manolo, porque así lo voy a llamar, y su padre. 

Manolo por aquel entonces no tenía trabajo, así que no se podía permitir independizarse. Decidí salir con él porque le veía muchas virtudes y, si ese iba a ser el único defecto, creía poder soportarlo. Error. Por suerte, pronto vinieron más red flags que me hicieron salir de esa relación, por muy enamorada que estuviese. 

Las maneras que tenía Manolo de acabar las citas siempre eran con la excusa de que debía irse a hacerle cualquier favor a su progenitor quien, por cierto, era una persona completamente funcional. Favores que podían ser ir al supermercado, sacar la basura, echar una carta al buzón, limpiar la cocina etc.  Para que os hagáis una idea de la magnitud del asunto, os contaré que una vez llegó a salir de mi cama de madrugada, en lugar de quedarse a dormir, porque no solo tenía que hacer lo que a su padre le apeteciese, sino cuando ese señor quisiera. 

Ya he dicho que ese hombre no padecía ninguna enfermedad incapacitante, ni nada por el estilo. Pero imaginemos que, al ir al supermercado, por ejemplo, las bolsas pesasen demasiado. ¿De verdad no se le podían ocurrir maneras de solucionarse la vida él solo? Porque yo no le he dedicado mucho tiempo a pensar, pero se me ocurre que podría pedir la compra a domicilio, o  hacer más cantidad de paseos al supermercado para volver menos cargado. Digamos que, si ese señor hubiera querido ser más independiente, o si su hijo supiera poner límites, soluciones hay.

A estas alturas podéis estar pensando que, a lo mejor, el problema era que Manolo no me quería y utilizaba cualquier pretexto para desaparecer después del sexo. Pero os diré que sí hablamos de sentimientos, nos presentamos mutuamente a nuestro amigos y tenía mil detalles que hacían pensar que sí buscaba algo estable. Creo que podríamos haber tenido una relación casi tan bonita como la que él tenía con su padre. Pero mientras esa siga siendo la dinámica, Dios me libre de involucrarme sentimentalmente con una persona así. 

 

Lady Ósea