Han pasado ya muchas semanas desde que decretara el estado de alarma y el consecuente confinamiento y la vida se nos parara de golpe. Al principio todos vivimos la nueva situación con la lógica preocupación por todo lo que estaba pasando a nuestro alrededor, mucha inseguridad y demasiado desconcierto.

 

 

Pero como somos un país maravilloso, también fueron días de iniciativas solidarias, retos en redes sociales, juegos y música desde los balcones, profesionales que se volcaban en verter sus conocimientos en Internet para todo aquel que quisiera aprender, iniciativas culturales y memes con los que poner humor a la situación más extraña por la que todos hemos pasado en nuestras vidas.

 

 

Nuestros hábitos han cambiado, y lo que todos echamos más de menos es el contacto con nuestros seres queridos, que tratamos de suplir a base de llamadas y videollamadas. Quedadas virtuales en las que charlar, tomar el aperitivo, preparar recetas juntos en cocinas separadas por kilómetros, o simplemente acompañarse.

Pero el tiempo avanza, y con él, nuestro estado de ánimo sufre variaciones. Puede que haya días en los que no te apetezca unirte a la vida social. Y es normal. Si lo recuerdas, es algo que nos pasaba a todos cuando podías salir a la calle. ¿Quién no ha rechazado un plan, por no estar de humor? ¿O quien no se ha retirado pronto a casa, sintiendo que necesitaba un poco de calma?

 

 

Estamos confinadas pero no debemos sentirnos presionados a estar siempre bien, siempre sonrientes. Quizá haya días en los que no te apetezca desconectar, cada una a su estilo. Invertir tu tiempo en leer, en crear, en mimarte disfrutando del silencio siempre ayuda. Lo que estamos viviendo es duro y, en especial si te han tocado de cerca las caras más amargas de esta pandemia, es bueno permitirse transitar por las emociones que nos invaden. Reconocer la tristeza o el hastío, aceptar que somos humanos, que como tales reaccionamos a lo que nos ocurre. Tener la valentía de iniciar un diálogo interno del que aprender para crecer. Comprendernos, y así desenredar esa maraña de sentimientos para después soltarla y dejarla ir.

Y si para eso es necesario refugiarte un poco más en ti misma, tranquila: estás haciendo lo correcto.

Las Lunas de Venus