Si nos remontamos al mito de Adán y Eva, es posible imaginarse una hipotética situación en la que mientras vivían desnudos y felices, a ninguno le importaba la apariencia del otro.

Es fácil imaginar también que cuando de repente se dieron cuenta de que ‘’estaban desnudos’’ a Adán se le ocurriera decirle a Eva: «Eh, que tienes pelambrera en las piernas, córtate un poco ¿no?». Es fácil pensar que todo empezará ahí, en mitos contados generación tras generación.

Bueno, si volamos a 2007, es difícil imaginar a un Adán y a una Eva en un patio de instituto ¿verdad? Pues quizá no.

Cuando empecé el instituto era 2007, tenía 12 años pero aún jugaba e intentaba no pensar en qué era eso de la ‘’adolescencia’’. La mayoría de chicas de mi edad empezaban a salir con chicos mientras yo, con aparato, gafas, granos y unos kilitos de más, le había declarado la guerra a la pubertad.

Un día de la semana en los que tocaba gimnasia, me puse unos pantalones piratas, como solía hacer. De repente, una chica de clase me señaló las piernas y empezó a reírse. Yo no sabía qué pasaba. ¡Que tiene pelo! Decía. Para mí era algo normal, no me había depilado en la vida con doce años. Y desde ese día, me dí cuenta de que mi pierna ‘’tenía pelos’’, aunque ya hacía rato que estaban ahí.

No hace falta decir lo avergonzada que me sentí de repente, cuando empecé a preguntarme a mí misma si no haberme depilado estaba mal.

Recuerdo enfadarme y mantenerme firme, defendiendo mis pelos y que lo lógico es que estuvieran allí (admiro a mi yo de doce años que aún no sabía nada de feminismo). Pero también recuerdo a una ‘’yo’’ derrotada, yendo a casa, contando lo sucedido y, adivinad, depilándose disimuladamente para la siguiente clase de gimnasia. A veces no somos conscientes del efecto que las palabras pueden tener, como Adán y Eva y el fin de su paraíso imaginario.

Así que ahora, cuando recuerdo este evento de mi maravilloso paso a la adolescencia, pienso en Eva al verse desnuda y con pelos y a Adán señalándole, cuando días antes habían disfrutado juntos piel con piel, con granos, pelos, manchas y estrías; antes de que nadie les señalará y les dijera: eh, que vais desnudos, ¿ya está bien no?

MARÍA G.G