EL DÍA QUE CASI LLORO PENSANDO EN UN CHUPITO DE LECHE CON CACAO DESGRASADO. 

 Para poneros un poco en antecedentes, soy una chica de 31 años que lleva conviviendo con la obesidad desde que tiene uso de razón, de manera que hace unos 3 años decidí acudir al endocrino y tras mil pruebas y años de espera, este 1 de Agosto por fin me sometí a la cirugía bariátrica / Bypass gástrico. Vaya, una reducción de estómago de toda la vida. 

Como supongo que os podréis imaginar, tanto el pre como el post son bastante duros.  El pre empieza 2 meses antes (al menos en mi caso) con una dieta a base de batidos que, aunque en un principio te tienen hasta los mismísimos, no tienes ni idea de lo mucho que los vas a echar de menos una vez estés operada. Luego viene la operación con su postoperatorio, su dolor, su estreñimiento y sus gases, para dar paso finalmente a la introducción de alimentos. Primero, dieta líquida durante 15 días en los que la leche en polvo jugó un papel fundamentalmente depresivo (si sabéis a qué huele el vómito de bebé, sabréis también a qué sabían mis batidos), posteriormente dieta triturada, para luego ir introduciendo alimentos blandos progresivamente y finalmente duros, morirte de sed cual camello todo el día porque el agua te la tienes que beber a chupitos, llenarte a la mínima que comes (esta parte es genial!), y un largo etc…. Pero ¡Ayyy amigaaa, que las hormonas también quieren jugar! ¿Te pensabas que esto sólo iba de comida? ¡¡Error!!

Desde que me he operado, mis hormonas han decidido ponerse en huelga, pero no una huelga de manos caídas, sino una huelga a la japonesa. ¡Vamos, que las tengo todo el día trabajando! Sangro varias veces al mes y digamos que hay días en los que estoy muy arriba y otros en los que no me aguanto ni yo, que por otro lado, son la mayoría.

Y para poneros un ejemplo y por fin hacer alusión al título, os cuanto una anécdota: 22pm en el sofá de mi casa viendo Emily en París con mi novio, segunda regla del mes. Empiezo a pensar en lo mucho que me apetece chocolate y en que ojalá pudiera comer una onza… y aquí es cuando grito en voz alta:

¡Amor, si puedo tomar líquido y cacao en polvo, entonces puedo tomar un chupito de leche de proteínas con cacao desgrasado a modo de Colacao®, ¿verdad?! — Os lo creáis o no, fue decirlo y mis ojos se llenaron de lágrimas entrándome unas ganas de llorar increíbles. Obviamente me contuve, mi novio no se dio cuenta y muy amablemente fue a prepararme el chupito del que solo pude tomar el primer sorbo. 

Al día siguiente teníamos programado un viaje largo en coche, y cómo no, era de esa mayoría de días en los que no me aguantaba ni yo. Mi novio, muy atento, no paraba de preguntarme si estaba bien o si me pasaba algo. Al final, y tras hacer un ejercicio de autoanálisis, confesé. 

Lo siento cariño, yo no sé qué me está pasando, pero reconozco que estoy insoportable. Todo me sienta mal y me emociono por todo. Sin ir más lejos, anoche con lo del cacao me entraron unas ganas terribles de llorar y no entiendo por qué. 

Después de decir esto, me esperaba cualquier tipo de respuesta, menos lo que sucedió. Mi novio me miró y me dijo: 

¿Pero cómo se puede ser tan tierna?, te comería a besos si pudiera ahora mismo. Sabes que independientemente de las diferentes etapas por las que tengas que pasar durante el proceso, estaré siempre a tu lado. 

Y justo ahí, en ese preciso instante y no sé a qué altura de la AP2, agradecí a Tinder haberme puesto delante al mejor hombre del mundo. Que aunque esté irritable, insoportable y tenga  ganas de llorar pensando en leche con cacao, sigue dándome su mano para caminar juntos, ver Emily en París y pensar que soy irresistiblemente tierna. 

 

@maripluff