El mejor polvo de mi vida, te lo cuento al detalle.

 

Hay polvos buenos, mediocres, horribles y luego está la categoría de THAT POLVO BITCH. Ese del que te acuerdas de vez en cuando y te pones cachonda. Ese que forma parte de tu catálogo de orgasmos maravillosos. ESE. Pues el mío tengo claro cuál es, el top 1 de mis encuentros sexuales: el día que follé en una barca. 

Viví una época de mi vida en Mallorca, una isla que vio mis perversiones más sórdidas, mi mayor esplendor. Yo no paraba de ligar durante ese tiempo, chica yo que sé, será el bronceado de la playa. Conocí a un chico en el trabajo que no es que me encantara de primeras, pero me empezó a llamar la atención cuanto más nos conocíamos. Era increíble la química que teníamos, parecía que nos conocíamos de toda la vida. Me trataba sumamente genial, nos devorábamos con la mirada. Fue increíble notar esa progresión en nuestra química, hasta el día que no pudimos más y nos besamos salvajemente a la orilla del mar.

Habíamos quedado para dar un paseo a su perro, y el pobre se pasó un buen rato viéndonos magrearnos con el sonido de las olas de mar de fondo. Qué bonito, ¿verdad? Parece como de una película mala de esas de Antena 3, en las que resulta que el chico es príncipe de algún reino lejano, y ella una pobretona que vende galletas y cobra tres euros al mes (porque las pobres siempre tenemos que ser nosotras, está claro).

En esto que nos estábamos comiendo la boca, empieza a meterme mano, cosa que me apetecía muchísimo, y ahí estuvimos un rato magreándonos sin llegar a más. Estábamos solos y era muy de noche, cabe decirlo, y de repente vi que bajaba la cabeza. Ou si mamá, el chico que te coma el coño antes de que tú le comas la polla, ahí es cariñas (porque, si rememoráis vuestros encuentros sexuales, tristemente muchos serán al revés). Fue eso una gozada no, lo siguiente, tuve un orgasmo que no pude contener y solté un gemido que se oyó hasta en el coral más profundo del océano.

Seguimos con los dedos, luego le toqué yo la polla, que la tenía preparada ya para la acción, y nos vinimos muy arriba. En ese puerto hay muchos barcos pequeños, barcas y demases, y se nos ocurrió que meternos en una era la mejor opción. Como era tan pequeña, le dimos la vuelta para hacerlo en la arena, pero con techo y protección anti mirones si se daba el caso. Jodeeeer amigas jooooooder lo que fue aquello. Teníamos un par de condones de puro milagro, llevaba yo en la mochila, y estaba ya lubricada nivel dios.

Me la metió despacio, noté cada centímetro, gemíamos a la vez, y se movía de tal forma que estaba viendo las estrellas. Me pareció precioso, seguía oyendo las olas del mar, estaba cachonda perdida, gozando el momento, sin nada más que él, yo y esa playa (el perro estaba sano y salvo atado fuera, tranquilas). Tuve un orgasmo bestial, noté como me recorría de pies a cabeza, fue sencillamente increíble. Además justo después de tenerlo, recuerdo ver su cara de placer al seguir con las embestidas, y noté un amor super cálido hacia él.

Llevábamos mucho tiempo siendo amigos, pero eso, eso era el culmen de nuestra amistad, un estado de gracia conjunta en el que me sentí libre, querida y deseada. Y joder, bien follada la verdad.

 

 

Te falta perreo