Todos tenemos un plan mental de cómo será nuestra vida. Si queremos niños, perros, una casa, viajar, un trabajo exitoso, aprender idiomas, vivir aquí, o allí y un sin fin de objetivos que ir marcando mentalmente un “check” en esa lista. Pero nunca esperé marcar el «tener el trabajo de mis sueños» en un centro comercial.

De entre mis metas, estaba acabar siendo periodista y redactora, y puedo decir orgullosamente que lo he conseguido, pero si he de ser sincera, nunca esperé que el mejor trabajo de mi vida fuera en el sitio más inesperado posible: un centro comercial.

Y es que, nunca he buscado algo así ni esperaba trabajar en algo que no fuera de lo mío, pero la vida no es siempre como una quiere y suceden situaciones a las que debes acomodarte e intentar encauzar el camino que deseabas.

Durante la carrera, una carrera muy muy cara en una universidad privada, quise ayudar a mi madre a pagarla, por lo que me puse a trabajar de azafata de imagen y congresos. En el último año, me salió un trabajo en el Punto de Información de un conocido centro comercial. Era difícil llegar, puesto que no tenía coche, pero era estable y me permitía seguir con las clases. Cuando terminé la carrera, pensé en dejarlo para comenzar a trabajar como periodista, pero no me salía nada más que prácticas mal pagadas, así que me dije “pues nada, tendré que seguir aquí”. 

No estaba mal, las compañeras eran un encanto, de hecho, ahora son las mejores amigas que podría tener, pero las condiciones del trabajo eran pésimas. Hasta que, después de un año entero, me salió una entrevista para el nuevo centro comercial que iban a abrir.

Estaba todavía más lejos de casa, pero las condiciones eran mejores, ya no sería en el punto de información solo, sino en Gerencia, ayudando tanto a clientes como a trabajadores, un mayor sueldo, mejores horarios y contrato indefinido. Y fui.

La entrevista fue increíble, me encantaron desde el principio y, nada más llegar a casa, recibí la llamada de que me querían. Así que me arriesgué. Dejé el otro centro comercial y me embarqué en este nuevo viaje (al menos mientras seguía buscando trabajo de periodista, pensé). Y no esperaba encontrarme la experiencia que allí viví.

Fueron pasando los días, y luego las semanas. Vinieron los meses y cuando me quise dar cuenta, los años. Aunque no paré de buscar trabajo para el que había estudiado, en el fondo creo que nunca quise aceptar otro.

Allí había encontrado una familia, un nuevo hogar. El ambiente laboral no podría ser mejor, los compañeros maravillosos, las condiciones… todo. No había ni una sola pega. Por eso me dolió tanto cuando me salió una oferta para trabajar como periodista en una famosa cadena de radio.

No pude rechazar esa oportunidad, aunque me estaba metiendo en la boca del lobo sin saberlo. No paraba de decir “¿y si el ambiente laboral es malísimo?” ya que, lo que tenía en ese C.C. era exquisito, y PUM, me encontré con lo peorcito del planeta. 

Pero creo que si no hubiera sido por ese maravilloso trabajo en el centro comercial, nunca habría sabido lo que quiero y lo que no, lo que es tener una familia en el trabajo y lo que realmente quiero en la vida: SER FELIZ, SEA DONDE SEA.

A día de hoy, cada vez que voy allí, me quedo horas hablando con mis antiguos compañeros y os aseguro, que me entra algo en los ojos todas las veces.