Dicen que la polémica se desencadenó en EEUU tras la publicación de uno de los relatos de la escritora Carmen María Machado. “The Husband Stitch”, el punto para el marido en castellano, forma parte de la obra “Her Body and Other Parties” y narra la apasionada historia de amor de dos jóvenes. En un momento de la historia, tras haber dado a luz, a la mujer se le propone dar un punto extra en la sutura de su episiotomía para que así su marido disfrute más de las relaciones sexuales. En la obra no se vuelve a tratar el tema, pero parece ser esta una realidad más allá de lo ficticio de la narrativa.

No hace muchos días que el diario El País publicaba en uno de sus espacios un artículo desmontando las teorías que consideran “el punto para el marido” un mero mito. Diversos testimonios de matronas y de afectadas por esta práctica ponían en el punto de mira a ciertos profesionales de la ginecología que, sin previo aviso, realizaban un punto a mayores en la sutura dejando la entrada de la vagina más cerrada de lo habitual.

Como es de esperar, la indignación de muchas mujeres se desencadena cuando escuchan hablar sobre esta práctica y algunas descubren entonces que probablemente sus casos sean uno más de tantos. Silenciados hasta ahora creyéndose mujeres demasiado quejicas o con mala suerte en su mejoría postparto.

Relaciones sexuales extremadamente dolorosas, recuperación tras el parto mucho más lenta de lo habitual o incluso no poder hacer una vida normal pasados muchos meses, son algunas de las consecuencias de una sutura mal terminada tras una episiotomía. No han sido pocos los profesionales que ya han criticado esta polémica haciendo alusión a que las curas son diferentes en cada mujer y que el relacionarlo con el gesto machista de querer beneficiar al hombre, es un hecho irreal.

Los que sí son una realidad en algunos paritorios son los comentarios desafortunados de algunos ginecólogos a la hora de practicar la sutura. “Te lo voy a dejar como si no hubiera pasado nada”, “te ha quedado como el de una jovencita”… Quizás pueden considerarse expresiones sin importancia, pero al fin y al cabo no son más que otro modo de insinuar que tras haber parido estamos defectuosas y debemos regresar cuanto antes a ser las que éramos.

Y si a todo esto le sumamos algunas experiencias…

No me informaron de nada, me hicieron una episiotomía y me cosieron tal cual. Cuando ya pude empezar a mantener relaciones con mi marido, me dolía más de lo normal. El otro día salió la conversación de mi parto con unos amigos y mi marido lo dijo: cuando el médico la estaba cosiendo me llamó y me enseñó cómo la había dejado y me dijo en bajo que le había dado un par de puntos de más para que se me quedara apretadito, y es verdad.

Hace 38 años de mi primer parto, 36 del segundo y 31 del último… El médico comentó que tenía un ratito para bordar y añadió que así le quedaba a mi marido a su gusto. Hoy en día continúa rasgándose la zona. No puedo tener relaciones. Se estenosó la herida y no entra ni el espéculo del ginecólogo.

¿Por qué esa horrible necesidad de anteponer al hombre en absolutamente todo? Un instante tan importante para una mujer como es el nacimiento de un hijo, y todavía existen profesionales que encuentran un segundo para pensar en el goce y el placer del macho alfa. En que el padre saque provecho de lo que acaba de pasar, más allá de una criatura.

 

Si bien algunas mujeres critican el haber sufrido por culpa de una mala sutura, es probable que en muchos casos así sea y que, por suerte, los ginecólogos fieles al “punto para el marido” estén en extinción. Pero el hecho de que en los tiempos que corren todavía existan ejemplos en los que un médico (o matrona) destine aunque sea un instante de su trabajo a una práctica como esta, no hace más que recordarnos la inmensa tarea que hay todavía por hacer.

El parto es nuestro, esto lo hemos repetido en multitud de ocasiones. Puede que sea necesario recordarles que la vagina y todo su entorno también lo son. El punto, en todo caso, que sea para nosotras por favor.