Con una alta probabilidad allá dónde mires, con quien hables, recibirás el mensaje de que el sexo es lo más. Y es normal, vivimos por fin un momento de liberación sexual.  Sin embargo, con esta apertura de tabúes también surgen voces no solo que celebran el sexo si no los que le quitan el cliché de ser esencial en una pareja. El sexo está bien, pero puede no ser para tanto. No tiene que ver con la calidad o cantidad, tiene que ver con la vivencia que tenemos cada uno, con lo que nos aporta y significa para nosotros. En muchas relaciones será el pilar fundamental de la intimidad, del deseo, de la conexión corporal. Pero eso no significa que sea el único o, si quiera, que sea necesario.

El sexo está bien, pero puede no ser para tanto. El orgasmo es la leche, o no. O sencillamente no es para ti. El placer de una corrida puede ser de otro mundo o simplemente lo menos atrayente de la tierra. El sexo está bien, pero una conversación en la que las risas son más sonoras que tus propios pensamientos puede resultarte lo más placentero de tu pareja y eso sí que está bien.

Parece que la pasión siempre está ligada al contacto físico que culmina en el terreno más común del sexo: el orgasmo. Cuando, bajo mi parecer, la pasión también se encuentra en miradas, en sujetar su mano, en acariciar su nuca o en oler su cuello. Sin que eso culmine más que en tu cerebro. Sin fluidos, sin posturas, sin chillidos de placer. Solo en un subidón de felicidad difícilmente explicable.

Puede que el sexo sea fantástico o puede simplemente que para ti en tu relación esté sobrevalorado. Que pasen los años y sostengáis las ganas de encontraros, de compartir vuestras vivencias, de sentir que vuestras emociones son igual de intensas que las de aquella vez que os jurasteis amor eterno, aunque no supierais si duraría una hora o una vida entera. Eso igual está mejor que el sexo y tú andas preocupada sintiendo que hay algo que os falta porque no os revolcáis continuamente como les pasa a las parejas de tu alrededor.

Igual es eso, que cuando ellas hablan de sexo, hablan de lo visible del mismo. Hablan de las pelis porno y de las más comerciales. Del empotramiento. Del aquí y ahora o me muero. Y de la aún demasiado presente, penetración. O de la comida de. O de la postura tal. E igual tú estás hablando de lo mismo, pero en otro idioma. Porque tu sexo es tu abrazo interminable, es tu acurrucarte en su regazo, es tu masaje en su espalda, es su masaje en tus pies. Quizá tu placer y tu sexo nada tengan que ver ni con las zonas erógenas ni con tus genitales y tenga que ver con el escalofrío de tu piel al oírle cantar mientras os cocina la cena. Puede que sea ese pálpito cuando te ve bailar porque estás contenta.

Puede que el sexo sea mucho más de lo que nos han explicado. O puede que no sea para tanto. Pero, de cualquier forma, tu relación la construís vosotros y el placer, el amor, la compañía, la intimidad, son decisiones que nacen de vuestras emociones, necesidades y compromisos.

El sexo está bien, pero puede no ser para tanto así que, aunque cueste, recuerda que, si te hace sentir amada, entendida y cuidada, ahí es. Tengas 100 orgasmos al día o no tengas ninguno. La casa de cada uno la construye a su gusto, con habitaciones, sin ellas, de techos altos o suelos de madera. Como nadie se le ocurriría venir a decirte que tienes un problema en casa porque no tiene puertas giratorias, que nadie venga a hacerte creer lo mismo con tu relación y la presencia del sexo en ella.

@tengoquenayque

Foto de portada de Emma Bauso en Pexels