Desescalada. Distancia de seguridad. Fases. Joder. Yo lo que quiero es volver a abrazar. Volver a tocar, a sobar, a achuchar, apapachar, apretujar, a frotar mis manos, mis brazos, mi cara, mi cuerpo entero contra el de los que más quiero. Necesito el piel con piel como el guacamole del Mercadona en mis noches de fajitas. Como la leche condensada a botes en la tarta de limón de mi madre. Necesito el piel con piel como rever Friends una vez al año. Tengo tanto mono de piel, de tocarme con quienes quiero que se ha convertido ya en una manada de orangutanes. Por favor. QUIERO EL PIEL CON PIEL.

Pero no es que yo, loca del tocar, del abrazo oso, del golpecito al hablar, del beso inesperado, del empalago máximo, lo necesite. Lo necesitamos todos. LO DICE LA CIENCIA. Que sí, que nos faltan abrazos y eso la mente lo nota como la falta de los dos litros de agua diarios. Tenemos neuronas, incluso las que tenemos escasas, que se activan EN CONTACTO con otros. Cuando nacemos, cuando somos bebés, lo primero que desarrollamos es el sentido del tacto. POR FAVOR. Que no soy una chalada del amor, que es que es más humano que decir “te lo dije”.

Has hablado hasta la extenuación con tus familiares y amigos y ¿qué? ¿Les has echado menos de menos? POJ CLARO QUE NO. Ahora, en la fase de reencuentros, ¿no has tenido el tembleque ese típico de cuando las cervezas golpean la vejiga, pero sin probar sorbo y lo has tenido al ver a tu mejor amiga? ESO ES TU CUERPO peleándose con el sentido común y la responsabilidad para no agarrar en volandas a la muchacha y no soltarla en un mes. Has vuelto a ver a tu churri después de meses y más allá de las ganas del morreo ¿has empezado a ver a esa persona como un tronco y a ti peludo como un koala? Necesitas abrazar ya. Has empezado a alucinar. Tienes mono de piel.

Lo sé, los hay que ahora no queréis que se os acerquen ni para agarraros en un precipicio del que estáis a punto de caer. No estáis taradas, no por esto vaya, es el miedo, que está ahí. Y toca también convivir. De hecho, empezar por abrazarle primero a él.

No obstante… ¿Os imagináis cómo será volver a cantar Paquito el Chocolatero, agobiadas por estar entre dos personas de diferente altura con olor a sobaquina en las bodas que pronto celebraremos de nuevo? ¿Volver a cantar a pleno pulmón con tus amigos VUESTRA canción rodeándoos con los brazos en plena exaltación borracha de la amistad en medio de la pista de baile? Si has asentido con la cabeza, es que estás necesitada de abrazar. Necesitada del contacto con quienes quieres. De sentir de nuevo la rugosidad de la piel de tus papás, de reconocer la suavidad de la piel de tu sobrina pequeña, de oler el cuello de quien es tu hogar. 

Tenemos que ser responsables, qué duda cabe. Pero no dejemos de desearnos abrazar. Aunque le tengamos miedo, está bien convivir con ambas emociones a la vez. Tener miedo es lo más esperable del mundo ante todo lo que hemos vivido, tenerle respeto, pero exteriorizar las ganas de volver a achucharnos, ayuda, alivia, reconforta.

Yo me muero de ganas de…

Abrazar a mi mejor amiga, para celebrar que se va a ir a vivir con el amor de su vida.

Abrazar a mi hermano, para aplastarle como solíamos hacer de críos.

Chocar los cinco con mis compis de curro cuando algo salga muy bien.

Bailar agarrada con mi amiga que tiene las caderas hechas de bachata.

Tocaros a todos los que me importáis y darle a mi cerebro su ración de cariño y contacto que tanto necesita para seguir funcionando.

Tenemos mono de piel, necesitamos el piel con piel, el volver a tocarnos hasta las durezas de los pies ¿y tú a quién te mueres por tocar?

@tengoquenayque