El egoísmo y cómo lo entendemos

¿Es necesario ser egoísta cuando se está en pareja? Hemos oído mil veces que el amor no es egoísta, que es generoso… pero mantener una relación en la que siempre y constantemente estamos dando el 100% de nuestro tiempo o energía desgasta a cualquiera. Terminamos cansados, agotados de dar muchas veces más de lo que deberíamos, de no recibir nada de vuelta acorde a nuestras expectativas, o convirtiendo esos gestos de generosidad y altruismo en obligaciones que nos explotan en la cara durante una discusión.

Así que para decidir si el amor debe ser egoísta, y cómo debe ser ese egoísmo en caso afirmativo, necesitamos antes conocer tres conceptos, que son: responsabilidad, egoísmo funcional y egoísmo disfuncional. 

Cuando alguien es responsable, se ocupa de sí mismo y abastece todas sus necesidades sin herir a los demás, aunque no ocupándose de otras personas; es decir, no hiere pero tampoco favorece. Erróneamente, a esto mucha gente lo llama «ser egoísta» con una clara connotación negativa. ¿Cuántas veces habremos escuchado el famoso «es que solo piensas en ti» cuando hemos intentado disponer de un pequeño espacio al día para nosotros?

Para tener y disfrutar de una relación sana es necesario entonces que sus miembros sean responsables, pero con eso no basta. ¿Qué falta? El egoísmo funcional. La pareja egoísta funcional respeta sus espacios y sus preferencias, llegando a acuerdos para no anular a la otra persona o intentar que, en situaciones en las que no hay muchas opciones entre las que elegir, no sea el mismo el que cede siempre. Son responsables cada uno de sí mismo y, además, son egoístas funcionales para ser prioridad del otro también.

¿Cómo es entonces ser «egoísta disfuncional»? Muy sencillo. 

Ser egoísta disfuncional es ocuparse de sí mismo siendo destructivo con todo lo demás, priorizando a toda costa y a cualquier precio los gustos y preferencias propios y sin preocuparse ni reparar en si estos están afectando negativamente a la pareja como para que esta deje de sentir que la relación le compensa, como para que esto suponga un peso demasiado grande con el que lidiar. Te autoabasteces y, además, hieres. 

 

Es por eso tan importante elegir a alguien que sea responsable y evite, en consecuencia, generar situaciones en las que uno siempre tira del carro, ya sea en tareas de la casa, ingresos…; con quien poner límites de manera mutua sea sano y no motivo de discusión porque esté en nuestro mismo nivel de comprensión del egoísmo y, por supuesto, nos trate con egoísmo funcional; y, no menos importante, que dentro de nuestro egoísmo funcional tengamos suficientes aficiones, valores y principios en común como para que podamos ser egoístas y tener una relación sana al mismo tiempo.

Crecimos creyendo que ser egoísta era algo malo, y por no serlo nos hemos descuidado en muchos aspectos durante nuestra vida. Ser egoísta es necesario, sólo había que verlo desde otro lado.