“Cuando lo dejé con mi ex pensaba que me iba a morir, literalmente, pensaba que me iba a morir de amor. El dolor que sentía en el corazón era tan real como las lágrimas que me caían por la cara a cada instante que le recordaba, o los momentos antes de quedarme dormida. Esa era mi realidad y pensaba que jamás saldría de eso.

Y no solo eso, pensaba que jamás sentiría por nadie lo que sentí por él. Que ese nivel de amor y de intensidad, solo se experimentaba una vez en la vida.

Recuerdo una noche que me desperté antes que él y me quedé un rato observándolo mientras dormía, tengo cada detalle de una forma nítida en mi cabeza, porque recuerdo exactamente todo el amor que sentí en ese instante, lo feliz que me sentía, lo pletórica que estaba, recuerdo absolutamente cada detalle.

Ese maldito recuerdo, que no se ni los años que tendrá me atormentó durante meses y si te soy sincera, a día de hoy, dos años después de haberle dejado, aún me atormenta en ocasiones, y es capaz de arrastrarme a la pena aunque sea por un segundo.

Pero era muy curioso, porque cuando las emociones bajaban y ya no me dominaban de esa forma, aparecía también el recuerdo de otras muchas realidades, los motivos reales de por qué le dejé.

No fue un arrebato, no fue un calentón, fue un cumulo de situaciones y decepciones que me fueron alejando de él incluso de mí misma”

Esta historia puede ser inventada, puede ser la tuya, o puede ser la de muchas personas que han sufrido algo similar. Por eso quería hacer un pequeño hincapié en por qué pasan estas cosas.

Cuando lo dejamos con una persona que nos generaba emociones muy intensas, nuestro cuerpo literalmente se vuelve adicto de esa persona y cuando esta desaparece, nos quedamos yonkis de volver a sentir esas mariposas, esas emociones, ese “no se qué” que tenía esa persona, y es cuando confundimos.

Nos confundimos porque pensamos que si esa persona nos producía todo eso, quiere decir que realmente lo que echo de menos es a la persona, pero te diré que no tiene nada que ver.

No echas de menos a la persona, echas de menos las sensaciones que te producía, ni más ni menos .

Por eso, cuando ves de una forma más racional y distancia de la emoción el recorrido de toda esa relación, te das cuenta de que había muchas cosas que fallaban, muchos momentos en los que discutíais y no erais capaces de llegar a un acuerdo, esas decepciones de las cuales jamás te pudiste recuperar, y que por eso te obligaron de una forma u otra a irte.

Me parece muy importante entender todo esto, porque si no, en el momento que lo dejo con una persona que sé que no es buena para mí, si hago caso de todos estos recuerdos y emociones, volveré a caer en la trampa, en la falsa creencia de que esa relación o esa persona merece todos los intentos del mundo o más porque te hace sentir eso, pero en realidad ya hace rato que ni siquiera lo consigue.

Porque cuando llegan los problemas a este nivel, lo que pasa es que vivimos del recuerdo de lo que sentimos, de lo que me producías, y sobre todo al principio, pero misteriosamente si te pones a analizar los últimos meses o incluso años de tu relación, te costará encontrar un recuerdo tan vívido e intenso como a los que te sigues agarrando.

Principalmente porque ya no existen, ya no queda nada de aquello más que los resquicios de lo que fue y que no volverá.

Por eso, hazte un favor a ti misma e interioriza esto, necesitas tomas distancia de esa persona, dejar que las emociones bajen, dejar de idealizar la relación y todo lo que te hizo sentir y de una forma más racional, porque es lo que te salvará de volver a recaer en algo que solo te hizo daño.

Porque no le echas de menos a él, si no a la sensación.

Aida Vallés Psicóloga general sanitaria especializada en Sexología y terapia de pareja

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