Conseguir ese trabajo no traerá la felicidad.

Bajar esos kilos no traerá la felicidad.

Acabar ese máster no traerá la felicidad.

Y seguirás creándote objetivos y metas con los que “conseguirás ser feliz”. Y seguirás frustrándote. Y seguirás llorando. Y seguirás sin entender que la felicidad no se mide en logros o en metas.

La felicidad es otra cosa.

Y da igual que tengas 20, 30 o 40, pero necesitas dejar de ser tan cuadriculada.

Puede ser frustrante, doloroso, irritante. Te dará rabia, te darán ganas de patalear, de gritar, de preguntar por qué.

Joder, por qué.

Si estoy haciendo todo bien, si estoy siguiendo todos los pasos, si estoy haciendo todo lo que se supone que tengo que hacer.

Es que es tan sencillo… Porque da igual todo eso.

Sí, sí, que todo eso que estás haciendo, todos esos planes, esos pasos, ese detallado plan que has desarrollado en tu cabeza no sirve de nada.

Así que el problema no es el plan, no son los objetivos, no es como lo has estructurado o la forma en que lo has conseguido o en la que estás trabajando en ello.

El problema es que no lo entiendes. Y cada vez que consigues algo y vuelves a estamparte contra esa pared, lo sabes.

En ese justo momento en que llega el impacto y estás llorando y preguntándote ¿por qué? ¡Esto no debería ser así! LO SABES. 

Pero es que eso desmonta completamente toda tu construcción mental de la felicidad, de cómo se consigue, de en qué consiste. Despedaza todo lo que te mal enseñaron y aprendiste y es parte de ti.

Y joder eso duele. Eso te destroza. Te desestabiliza. Te hace cuestionarte todo. Significa que lo que pensabas, sencillamente no era lo correcto.

Y te hace sentir que has hecho todo por nada, que has perdido el tiempo, que estás sobre arenas movedizas y que lo que pensabas que era el plan perfecto… No existe. Ahora es nada

Es aterrador enfrentarse a todo eso.

Aterrador preguntarse: ¿entonces qué?

Pero es necesario.

Es una de esas lecciones que no pueden evitarse, que son básicas y esenciales.

Aceptar y entender que no existe un libro con las normas de la felicidad y cómo se consigue, pero que lo que está claro es que no es una lista de la que ir tachando lo que hemos ido añadiendo.

Es otra cosa.

Y no se mide.

Y no se cuenta.

Y joder eso duele. Y vas a resistirte porque es una mierda que te desmonten todo tu sistema. Y lo cagada que estás de todo eso porque sientes que no tienes el control, y es lo que te da esa falsa sensación de seguridad.

Pero oye es también tan liberador.

La libertad de lo inexplorado, de lo nuevo, de lo que tienes por descubrir.

Y al principio te vas a resistir, y te va a costar, pero como vas a disfrutarlo cuando descubras lo que hay detrás. Cuando entiendas que no necesitas el control siempre, que puedes descansar y respirar.

Que la felicidad es otra cosa.

Y no se mide.

Y no se cuenta.

Y no va de forzar.

Y no tiene límites.

Y sí puedes conseguirla, pero no cómo pensabas.

Siempre fue algo diferente.

Y siempre estuvo a tu alcance.

Pero estabas tan centrada en tu plan perfecto, que no estabas mirando.

@beleninprogress