Este dramático suceso que os vengo a contar no es reciente ni mucho menos. Ocurrió cuando empecé a salir con mi novio, más o menos hace 2 años.

Por aquel entonces yo me acababa de mudar a Valencia por trabajo, y como fue todo con muchas prisas, no me dio tiempo a escoger un piso decente. Acabé conviviendo con una chica maravillosa (Lucía te quiero) y un tío insoportable. Al principio parecía majo, pero poco a poco me di cuenta de que estaba peor que el villano de una película de superhéroes.

Se enfadaba si llegábamos tarde, no podíamos abrir la ventana de nuestra habitación porque el ruido de la calle llegaba a la suya, ponía música tecno a las tres de la mañana los lunes… Vamos, un sinvivir.

That's Weird, Man (Raising Hope) | Reaction GIFs

Poco a poco me fui adaptando a Valencia y a los tres meses conocí a Pedro en unas charlas sobre ciencia que hacían en un bar. Desde el primer momento me gustó. Me parecía gracioso, inteligente, con un puntito irónico, y tremendamente atractivo. Medía poco más que yo, un metro setenta y cinco más o menos, y tenía una melenita larga que hizo que mi chichi diese palmas. Nunca me imaginé que un tío con pelazo me fuese a poner así de cachonda.

Total, que al acabar la segunda charla me saludó y empezamos a hablar, y al final llegué a casa a las 7 de la mañana porque nos entretuvimos contándonos nuestra vida.

Intercambiamos nuestros números de teléfono y nos pasamos cuatro días hablando sin parar hasta que me dijo de volver a vernos. Nos besamos, pero no pasó nada más. Me acompañó hasta casa y a mí me dio una pereza inmensa que mi compañero de piso nos montase un pollo por hacer ruido (cosa que hacía cada vez que mi compañera de piso Lucía llevaba a un tío a casa). No quería que mi primera vez con Pedro fuese así.

El fin de semana siguiente le dije de ir a su casa a cenar. Él vivía solo, así que era un plan infalible.

Que si una copita de vino, que si qué chiste más gracioso, que si te acaricio el cuello. Y sin darme cuenta estábamos comiéndonos la boca en el sofá de su salón.

En un arranque de fogosidad yo me puse encima de él y empecé a restregarme como una gata en celo. Estaba a punto de levantarme para quitarme las bragas, que era lo único que me quedaba puesto, cuando sonó un “FUSSSSSH” y una ráfaga de ambientador con olor a vainilla entró en mis ojos.

http://29.media.tumblr.com/tumblr_lgrtor7Zrh1qeolcio1_500.gif ...

El puñetero spray estaba en la estantería de detrás del salón, y yo estaba a punto de quedarme ciega.

Empezaron a llorarme los ojos como cuando me dejó mi primer novio, una locura era eso. Los tenía rojos, y encima con las lentillas todo era peor, pero no podía quitármelas porque tengo 9 dioptrías y sin ellas me quedo ciega.

Fui corriendo al baño y empecé a lavarme los ojos con agua. Imaginadme, de verdad… En bragas con los ojos rojos y todo el rímel y el eyeliner corrido por la cara. Vaya percal, por Dios.

Y lo peor de todo es que seguía picando, así que tuve que elegir: conservar la visión o no ver tres en un burro durante una noche. Tiré las lentillas.

No hicimos nada. Pedro me acompañó a casa a que me pusiese las gafas, vimos un capítulo de La Pajarería de Transilvania y nos quedamos completamente dormidos en mi cama. A la mañana siguiente follamos alocadamente, aprovechando que mi compañero de piso trabajaba.

Como decía al principio, Pedro y yo llevamos 2 años juntos, compartimos piso y tenemos planes de boda. Yo me operé la vista y decidí que en mi casa no entra ni un solo ambientador de spray. Prefiero los de palitos tipo Mikado, que son más seguros y silenciosos.

 

Anónimo

 

Envía tus follodramas a [email protected]