Érase una vez de un “follamigo” con el cual había muy buen rollo -teníamos sexo, nos reíamos y nos divertíamos- y ésta es la historia de cómo su dedo me hizo amar México.

Os pondré en situación, el típico rollo con el que no tienes nada, pero que de vez en cuando te tomas una cerveza por ahí. Esas cosas que yo veo normales, pero chica, a veces parecen sucesos de otro mundo.

De modo que un día me sugiere ir a tomar algo a una tabernita mexicana, que los propietarios son colegas suyos y puede estar divertido.

¡Pues claro que sí, vamos a darle a los margaritas!  

Y si bien, yo ya sé que el tequila me sienta fatal, para nada me esperaba lo que me iba a ocurrir allí.

Tras llegar al sitio, me presenta a los colegas y aunque estaba lleno – como todos los garitos de Madrid – me hago un hueco apoyada a una columna. Y ahora sí, entre risas y coronitas de repente noto como me empieza a acariciar entre los muslos.

Vale… no esperaba este giro de los acontecimientos, pero no me voy a quejar.

¡Ándale, ándale!

viva méxico

Se empieza a animar la cosa y fue entonces cuando le encontré la ventaja a romper los vaqueros por el roce del muslamen.

Resulta que crean ciertas roturas estratégicamente situadas, por las que el susodicho empezó a meter sus dedos. ¿En serio, va a hacer lo que creo que va a hacer?

“Pos mu bien tó”

En un momento que estoy bebiendo despistada, noto como me empieza a masturbar sin ningún tipo de pudor, como si allí no estuviera pasando nada. Menos mal que estaba apoyada, porque sino me habría caído del susto.

Pues bien, aquí mi amigo va cogiendo ritmo, y yo, cachonda perdida, voy empezando a tener mucho calor… 

Entre el tequila, la gente, los amigos, la musiquita y aquellos deditos haciendo lo que mejor sabían hacer, yo estaba como en otra dimensión.

dedo

 

Pero en otra dimensión real, no metafórica. En un momento dado me empezaron a subir los calores -lo cual parece normal ante semejante situación- pero la cosa llegó al punto que le tuve que decir:

“Me estoy empezando a marear” a lo que me responde, “es que mi técnica es muy buena, ya sé que te encanta”

“No, no me has entendido, que me estoy mareando de verdad”

Efectivamente, me desmayé, no sé si por el calor, los margaritas, el dedo de mi colega o las rancheras.

Pero lo siguiente que recuerdo es estar tirada en el suelo, con las piernas para arriba y los dueños dándome azúcar para ver si me espabilaba.

En ese momento me alegré de nuevo de llevar esos vaqueros, porque si llego a ir con falda me habría visto las bragas medio Madrid.

A pesar de todo, creo que dejé muy buena impresión ante sus amigos. Y aunque a mí, este chico me hizo un dedo que me hizo amar México, (pérdida de conciencia incluida) desconozco si les contó algo o simplemente dejó que pensaran que era intolerante al tequila.

En cualquier caso, este tipo de anécdotas siempre dejan espacio para las risas y una larga conversación rememorando “the best of…”

¿Y vosotras, os ha venido a la memoria algún dedo estelar que os haya hecho amar México, o cualquier otra parte del planeta?

whatever