¿No os ha pasado que veis a alguien y por la cara o la actitud ya sabéis si es un empotrador o no? Pues cuando me hicieron se tuvieron que olvidar de darme esa cualidad porque no suelo acertar ni una santa vez. Si que es cierto que te llevas una alegría inmensa cuando das con alguien que para nada tiene cara de que te va ha llevar a la luna de un polvazo y pum. Últimamente es de lo que más me he encontrado; chicos con carita de no haber roto un plato en su vida y en la cama te dejan el chichi satisfecho para una temporada. 

Bueno pues siguiendo mi línea de no acertar ni una con las caras de las personas tuve una cita con un chico que tenía cara y actitud de empotrador de manual. Ya las conversaciones con él tanto por escrito como en persona eran subiditas de tono, del rollo que a mi me gustaban y pensaba para mis adentros “prepárate que va a ser un viaje de los buenos” y sí que fue un viaje sí, a mi casa.

Fuimos a tomar algo y desde el segundo cero se notaba una tensión increíble entre los dos. Tenía la típica mirada de vas a saber quién soy yo y no hay nada que me ponga más cachonda que una mirada folladora. Para relajar un poco el tema fuimos a pasear a su perro y conocernos un poco más. Para nada me pareció un chico cortado, es más, se me lanzó a la primera de cambio y besaba con tantas ganas que lo que quería era ir a dejar al perro en casa que bastante había paseado ya el pobre y que sacara a pasear a la otra perra (yo hahhahha). 

Dicho y hecho. Vamos a su casa, pone música rock (eso para mi es un indicio de cómo uno folla, si me pones el Vals de las Flores pues poco fuerte va a ser el tema), la música acompaña al ritmo del sexo y esto es así. Saca un par de cervezas y nos liamos. Poco a poco y yendo a más.

Le empiezo a quitar la ropa rápidamente sin ningún tipo de delicadeza y él me seguía el juego. Me rompió las medias (cosa que me pone muchísimo) y empezó a hacerme sexo oral. Más caliente que una moto yo no contemplaba ni llegar a la cama, tenía que ser allí y en ese momento todo.

No sé si os pasa (a mi bastante) que cuando una está cachonda nivel Dios ni siente ni padece y empecé a arañarle y morderle (la pasión y el desenfreno lo lleva como una quiere) y pensé que él iba a seguirme el juego. Pero empecé a darme cuenta de que a pesar de tener ramalazos de empotrador él no había experimentado algo que no fuera un mete saca más convencional. En ese baile sentía que tenía que llevarle yo y así hice. Me puse encima y empecé a pedirle me agarrara fuerte, que me sujetara las manos por detrás de la espalda, que no me dejara hablar y que fuera a saco Paco.

Le agarré de las manos y decidí cambiar el entorno. Nos fuimos besando por el pasillo y vi la mía de ponerme contra la pared, de espaldas, lo agarré por detrás y le supliqué que me empotrara. Y vosotras diréis: ¿qué tiene eso de fuerte? Nada. Pero él no lo vio como algo factible así que continuamos en la habitación. Lo empujé contra la cama y me puse encima, le agarré de las manos y me puse manos a la obra. Con todo el calentón le pregunté que si le gustaba el sexo anal ya que yo no tenía ningún problema, es más que me gustaba.

Y paró en seco. Me dijo que eso no iba con él, que yo era demasiado y que prefería parar.

 

Como la situación me estaba poniendo incómoda (él lo estaría mucho más, claramente) decidí vestirme e irme educadamente. No pude evitar sentirme mal un tiempo por haber actuado con él de esa forma y haberle incomodado, pero la realidad es que él se tiró una temporada dejando caer que me iba a dar lo mío y lo de mi prima y que le flipaba follar a lo bestia. De ahí que yo lo diera por hecho y luego… pues ya sabéis lo que pasó.

Al tiempo me escribió preguntándome si podíamos volver a quedar, que estaba recordando lo que pasó en su casa y que ahora si que le apetecía. Pensé varias veces si acudir a la cita o no pero no me podía permitir el sentirme avergonzada de nuevo y le dije que no. 

 

Sandra  Regidor