Lo voy a decir desde el principio: soy una mujer muy abierta de mente y de ideas. Ya desde bien jovencita jamás me conformé con los límites que me marcaban en mi casa, yo siempre tenía que ir más allá. Ya fuera por curiosidad o directamente por tocar las narices.

Y así crecí, evolucioné (como los Pokémon) y me independicé. Con el sudor de mi frente y mucho trabajo he conseguido poder llevar una vida plena y feliz. Me acerco peligrosamente a los cuarenta y jamás he estado tan pletórica como ahora mismo.

Muchas de mis amigas de siempre llevan ya unos ritmos de vida muy diferentes al mío. Ellas ya tienen a sus maridos, sus hijos, sus quehaceres en casa… De vez en cuando quedamos y todavía me envían esas indirectas en forma de pregunta muy directa sobre cuándo tengo pensado sentar la cabeza en lo sentimental. Y yo me recoloco la minifalda, me retoco el rouge de mis labios y las mando a pastar. ¡Qué pesadas! Siempre dando por hecho que como ellas tienen a su Manolo y su Paco yo también voy a llorar por uno.

No no y, otra vez, no. Aquí servidora lleva toda la vida labrándose una grandiosa fama de mujer fatal y no puedo tirar por la borda años y años de duro trabajo. Yo disfruto de los hombres, nos amamos por minutos-horas-días (incluso) y de mutuo acuerdo nos despedimos con cariño. Así, sin más.

A lo que voy con todo esto es a que, háganse una idea, mi tremendo elenco de polvos y citas me ha reportado anécdotas de todo tipo. Pero lo que me pasó hace apenas un mes con ‘LoboSolitariodelAmor’… eso no tiene nombre.

A mí me gustan las redes sociales, los chats, las aplicaciones de ligoteo y todo aquello que me ayude a conocer gente. Tengo un puesto de mucha responsabilidad en una gran empresa y no es la primera vez que mi móvil se pone a vibrar una y otra vez con todos los mensajes que mis diferentes pretendientes van dejando en mi buzón. Porque sí, porque yo lanzo la caña muy requetebien y los pececillos pican, vienen a mi.

Pero ‘LoboSolitariodelAmor’ apareció una noche en un maravilloso chat de adultos. Su nick me pareció tan predecible que le quise dar una oportunidad. ¡Qué trillado está eso de ir de animal salvaje que busca carnaza! Pero me aventuré a saber quién estaba detrás de un nombre tan poco original.

Y al otro lado estaba él. Un madurito cañón que en cuestión de minutos me puso como una perra delante de la pantalla de mi ordenador. Tenía una prosa el muy canalla… Sabía cuándo dejarte en ascuas, cuándo responder y qué decir para generar una tensión que jamás había vivido chateando. El tío me pasó por encima dejándome anonadada y generándome unas ganas de él brutales.

Yo, que no pierdo nunca, me propuse que si él había conseguido el mini-punto en nuestra conversación caliente yo obtendría la batalla en el terreno de juego. Lo mío es actuar, tocar, besar, lamer, follar. Prepárate ‘LoboSolitariodelAmor’, que vas a saber lo que es quedarse sin palabras.

Así que un par de días después de nuestro primer ciber-encuentro le propuse quedar en un hotelito a medio camino entre nuestras dos ciudades. Sin más detalles que un nombre (que en absoluto era el mío) y una fecha. Jugueteo y mecha encendida. Aquel Lobo aceptó mi invitación y yo me pasé el resto de la semana preparando mi cuerpo y mi chumino para la que prometía ser la cita del año.

Decidí llegar antes que él para ganar tiempo y estar lista para la acción. Me negaba a aparecer en aquella habitación tras dos horas de coche y el sabor a sandwich de atún todavía en la boca. Me tomé mi tiempo y bastante antes de la hora establecida yo ya estaba en aquel inmenso cuarto finiquitando los detalles de la noche. Maquillaje, ropa de encaje, liguero y un antifaz fantástico que no había estrenado todavía. Aquel Lobo iba a aullar como una fiera, lo tenía claro. Mi clítoris llevaba horas palpitando, no podía ni acercarme un poco a mis bajos porque echaban fuego. ¡Qué cachonda estaba!

A la hora estimada sentí que la puerta se abría. Yo me había colocado sobre la cama en una postura sexy pero cómoda, acariciando mi muslo con una de mis manos. ‘LoboSolitariodelAmor’ entró y al verme dejó caer al suelo su pequeña maleta. No engañaba, era un hombre maduro (de unos cincuenta), con el pelo canoso y terriblemente atractivo. Me mantuve en silencio esperando su reacción.

Reina de la noche, no decepcionas‘ dijo desabrochando lentamente su camisa y mirándome con gesto seductor.

A mí me explotó el cuerpo en general (y el coño en concreto) y di un salto de la cama poniéndome de rodillas para ayudarle a desnudarse. ¡Cómo me lo comí sin dejar ni un poco! Antes de que me diera cuenta mi liguero estaba hecho jirones y yo ya estaba a cuatro patas con los pechos totalmente desbocados sobre el sujetador.

El primer polvo fue un aquí te pillo aquí te follo de manual. De esos que echas por necesidad imperiosa, en los que no te recreas pero gozas lo más grande. Yo gemía y mi Lobo me lo seguía dando todo. ¡Qué placer más embriagador!

Y entonces aquel animal al que había decidido dejar seco me hizo su petición, el momento de la noche. En medio de toda esa vorágine de orgasmos y placer…

Ahora, sóplame el culo‘ me pidió mientras colocaba sus nalgas ante mi cara y se ponía en pompa.

Yo que soy una mujer experimentada pues imaginé que a mi Lobo le ponía el sentir una brisilla que le atravesase el ano, o incluso que le comiera el culo con todo lo que eso conlleva (que no sería la primera vez tampoco). Y allí que me lancé, tomé posiciones y emití un leve soplido directo a la retaguardia de mi follador.

No me has entendido, quiero que me soples el culo, ¡con ganas! ¡Hazme volar!‘ me volvió a pedir acercando sus nalgas mucho más a mi cara.

Ya un poco desconcertada pero intentando que la escena lujuriosa no se rompiera, cumplí su petición. Tomé aire y situé mis labios sobre su ano. Soplé, seguido y con fuerza, como si ante mí tuviera cientos de velas que apagar.

Síiiii, sóplame más, no dejes de soplarme, ¡cómo me pones!‘ gemía aquel hombre a cuatro patas.

¡Y venga otra vez! Hinchaba mis pulmones y expulsaba el aire como el que toca una trompeta que no quiere sonar. Después de varias bocanadas yo ya no podía más. Ya estaba tomando fuerza agarrada a sus muslos, que yo no sabía si ese señor iba a volar o iba a morir de todo el gas que quería que yo le insuflara en el cuerpo. Pero aquello no era ni medio normal.

El tío cada vez estaba más cachondo, que tenía la polla como un miura, y yo en cambio me vine abajo. Tanto soplido, tanto tomar aire… me mareé lo más grande y empecé a hiperventilar. Allí estaba yo, con las tetas asomando por encima del balcón, el tanga totalmente dado de sí y un culo oscuro a pocos centímetros de mi cara.

Lo estás haciendo muy bien, eres una Diosa, dame solo un poco más‘ escuché levemente segundos antes de que el caos se desencadenara.

Y entonces ocurrió. Me estaba encontrando tan mal que de repente una arcada horrible se me vino y allí que lancé todo lo que había comido aquel día. ¿Y allí dónde era? Pues directo a las posaderas de ‘LoboSolitariodelAmor’. Abrí los ojos lo más grande y lo único que veía eran unas nalgas peludas recubiertas de tropezones. Me levanté corriendo y fui al baño para terminar mi faena.

Tardé más de lo debido en salir, no sé si por vergüenza o por miedo a volver a ver la dantesca escena ante mis ojos. La boca me sabía a culo y vómito, horrible pesadilla. Necesitaba mi neceser y estaba en la habitación. Había que ser valientes, y nosotros ya éramos gente madura… Y en medio de mi propio envalentonamiento escuché la puerta.

Me asomé despacio buscando a mi Lobo Salvaje, pero solo encontré una cama completamente deshecha y manchada de restos de vómito. Ni rastro de aquel señor con el que había estado follando durante horas. Ni de él ni de su culo aliñado. ¿Se podía ser más desgraciado y sinvergüenza? ¿Se había largado con todo el trasero lleno de vómito?

Resultó que LoboSolitario era en realidad CerdodeMierda. Ni siquiera se preocupó en saber si yo estaba bien. Únicamente vio que el plan de follar sin parar se había truncado levemente y había salido por patas. Yo como soy muy mía y a mi un imbécil no me arruina el ego, solicité a recepción que por favor me cambiaran las sábanas y pasé el resto de la noche disfrutando del jacuzzi y de mi cuerpo en solitario.

Querido lobito, si estás solo es porque eres un estúpido asqueroso, no por otra cosa.

Fotografía de portada