Todas las que tengáis una relación y viváis con vuestros padres sabréis lo complicado que es tener intimidad. Así que cualquier oportunidad siempre es bienvenida, y si tus padres se van, el móvil arde de lo rápido que avisas a tu pareja para que llegue lo antes posible.

En unas de estas oportunidades fugaces, por fin pudimos estar tranquilos, juntos, desnudos sin tener que correr ni preocuparnos por nada. Así que empezamos a lo nuestro, y hasta aquí todo perfecto.

En pleno clímax, pican a mi puerta. Por supuesto, totalmente inesperado ya que habíamos planeado ese momento para que nadie pudiera molestarnos. Así que, con el corazón que me iba a explotar, me tapo con una toalla y me acerco a ver quien puede ser. Y me quise morir, ¡Era mi abuela!

Corriendo fui a la habitación a avisar a mi novio y planear rápidamente un plan de escape. Pero lo mejor estaba por venir… Se me había olvidado por completo que mi abuela tenía llaves, así que la pobre, después de picar dos veces sin respuesta, preocupada, decidió abrir la puerta. Suerte que cerré con llave y tardó un poco más en poder entrar.

Ya podéis imaginaros el panorama, solo escuchar las llaves me puse una toalla en el pelo para disimular mis pintas y decirle que estaba en la ducha, de ahí que no le pudiera abrir.

Pero quedaba un problema por resolver, mi querido novio, que estaba a medio vestir y sin saber dónde esconderse. Así que, con toda su ropa, zapatos y con él en calzoncillos, le empujé y lo metí en la ducha para que nadie pudiera sospechar que había pasado.

Por suerte, no pasó del recibidor ya que yo fui a hablar con ella, y la visita duró unos pocos minutos, y no se enteró de nada, pero ya después de toda la movida, nos fue imposible poder retomarlo donde lo dejamos.

Y pues, un plan de sábado perfecto, quedó en un polvo fallido por una visita inesperada.

 

Anónimo

Envía tus follodramas a [email protected]