Esto es una verdad universal que nadie puede desmentir: LA VIDA NO ES BELLA SIEMPRE. Vivir es lo que es bello. Porque la vida es rosa a ratos, azul en determinados momentos, negra más veces de lo que nos gustaría, arco-iris si nos despistamos, blanca cuando no nos apetece pensar qué color ponerla o a todo color.
La vida nos está dando golpes siempre porque no vivimos en una agenda de Mr Wonderful, y, no nos engañemos, si así fuera, sería muy aburrido.
No sabíamos a lo que veníamos pero ya llevamos muchos años como para empezar a entenderlo. Y es que, a la vida venimos a jugar (y a que juegue con nosotros como pueda). Vinimos para disfrutar, conocer y que nos conozcan. Vivimos para equivocarnos, cometer errores y solucionarlos, o no. No todo depende de nosotros. Porque no tenemos todas las respuestas , ni siquiera seremos capaces de plantearnos todas las preguntas. Y está bien. LA VIDA ES ASÍ
NO es fácil y es EFÍMERA.
Tiene muchos caminos y hay que tomar muchas decisiones, que desconoces si te harán o no feliz. Y por si no fuera poco la vida en sí misma, viene la sociedad para ponérnosla un poquito más difícil.
La sociedad nos ha ido educando como a pequeños eslabones de una pulsera para alcanzar el éxito, en lo que sea. Ser el más listo de tus amigos, el que más corre, mejores notas saca. El chico o la chica más popular de la clase. Tener un cuerpo perfecto (para las revistas que ni lees). Tener éxito profesional y además, saber cual es tu vocación desde que eres un niño.
Un suspenso era un motivo de regaño por tus padres y llegaste a ver el sobresaliente cómo la única forma de sentirte orgulloso de ti mismo. Vas creciendo y todo empeora en lo que a las relaciones sociales se refiere. Tienes que ser la mejor versión en todas las facetas (y mostrarlo en redes sociales para validarlo): los mejores amigos, vivir millones de experiencias, hacer todo lo que hacen los demás…
Y la presión aumenta según vas aumentando los años. Encontrar pareja a determinada edad para sentirte realizada.Casarte. Tener la «parejita» y el chalé en aquella urbanización en la que dijiste que jamas vivirías. Aprender a cocinar, a bailar, a maquillarte, ser culta, elegante, tener buen aspecto, cuidar de los tuyos, hacer muchos planes. Tantos que no tengas tiempo para pensar en qué te estás convirtiendo. Y si te gusta.
La vida te ha dado muchas oportunidades de cambiar pero tú estás cansada de ir siempre por delante. Y hay veces que fallas.
Cuando menos deberías haber fallado
En ese examen de oposición para el que tanto has estudiado.
En la competición que te iba a clasificar en los nacionales
En elegir a la pareja para pasar tu vida que ha acabado engañándote
En la decisión de estudiar una u otra cosa
En tu trabajo, y , por unos motivos u otros, en perderlo
Fracasas en elegir a la amiga que traicionó tu confianza
Y en comprar ese piso que tanto comparaste con otros
Fracasas al comenzar con un hábito que no es saludable pero que te hace feliz durante unos instantes
Y fracasas también al dejarlo
Fracasas al querer cambiar tu cuerpo.
En hacer dieta
En bajar tantos kilos
O en subirlos.
Fracasas porque no ganas tanto o porque lo ganas pero no tienes nada de tiempo para hacer lo que te gustaría.
Fracasas queriendo a las personas y también dejando que las personas te quieran.
Fracasamos. Y es parte de esa vida de la que hablaba al principio. De sus más y de sus menos. Fracasar es parte de lo que tenemos que vivir para hacerlo intensamente. Y está bien, no pasa nada. Porque todo sigue. Vendrán cosas buenas pero también otras que no lo serán tanto. Y tenemos que estar dispuestos a asumir que no todo será perfecto y enfrentarnos a ella con ganas y con la convicción de que todo será mejor en algún momento.
Porque, y léelo bien y grábatelo a fuego, FRACASAR EN ALGO NO TE CONVIERTE EN UNA FRACASADA, sino en una persona que está viviendo.