¿Habéis oído eso de que ahora se liga en el Mercadona con una piña? Según el último salseo en TikTok, si pones una piña en tu carrito a la hora clave —sobre las siete de la tarde—, estás mandando un mensaje a la comunidad de solteros y solteras del súper: «Estoy disponible, ¡atacad!». La idea me pareció tan loca que no pude resistirme. “Venga, ¿por qué no?” pensé. Al fin y al cabo, la vida es corta y nunca sabes dónde puedes encontrar el amor… o al menos a alguien con quien compartir unas cañas. Y sino ya tenía post para WLS.
Así que un martes cualquiera me planté en el Mercadona con un carrito dispuesto a hacer historia. Lo llené con las típicas compras y luego, la joya de la corona: una piña. La coloqué bien visible, en el centro, como si fuera un diamante en un escaparate. “Que el mundo lo sepa”, me decía a mí misma mientras daba vueltas por los pasillos.
Pero sorpresa: ¡No había ni una sola persona más con piña! Al menos que yo viera. Yo me imaginaba que esto iba a ser como un club secreto, que de repente aparecerían un montón de carros con piñas y la sección de frutas se convertiría en la nueva discoteca del barrio. Pero no, nada. NANAI. SERAPIO.
Para colmo, a cada persona que pasaba por mi lado yo le miraba de reojo, buscando alguna señal, una mirada cómplice, lo que fuera. Pero lo único que recibí fue la risa de un par de chavales adolescentes que claramente sabían a lo que iba. Se señalaban entre ellos y susurraban mientras miraban mi carro. Vamos, que al final del día, la única interacción que tuve fue con los niños que probablemente vieron los mismos vídeos virales que yo.
Me paré un momento en la sección de vinos, que dicen que es donde está la gente de mi edad (porque sí, también hay vídeos explicando las zonas por edades) pensando que igual podía hacer una compra estratégica y atraer a algún aficionado. Pero ni por esas. La única reacción que saqué fue de una señora mayor que me miró raro, probablemente preguntándose si me había dejado la mitad de la compra en otro pasillo o si en mi casa cenábamos piña con cualquier cosa.
Ni rastro de otros carros con piñas, ni flirteos tropicales, ni historias de amor entre estanterías. Solo la realidad aplastante de que o llegué demasiado tarde a la tendencia, o la piña ligona es más un mito que una realidad.
Me fui a casa con la piña, sí, pero también con la sensación de que no todo lo que ves en redes sociales funciona en la vida real. ¿Quizás en otro Mercadona, en otra ciudad, la piña sea la reina del ligoteo? Quién sabe. Lo que sí sé es que, por esta vez, me quedé con la duda de si todo esto es solo una broma de internet o si realmente hay gente ligando en Mercadonas.
Piña Girl
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