Gaslighting médico: qué es y cómo afrontarlo

A estas alturas todas sabemos más o menos lo que es que te hagan luz de gas o, de una forma más corta, gaslighting. No obstante, esta forma aberrante de manipulación psicológica se extiende más allá de los límites de las relaciones de pareja.

Hoy os vengo a hablar sobre del gaslighting médico y cómo darle la vuelta a la tortilla o al menos evitar que el intento de manipulación por parte de cualquier profesional médico no os afecte en exceso, porque afectar siempre afecta de una manera u otra, pero lo que quiero es ayudaros a que no dudéis nunca de cómo os sentís y de que esa percepción es tan legítima como cualquier otra, diga lo que diga el profesional sanitario. 

No puedo contar la cantidad de veces en la que me he visto en esta tesitura, desde que soy una cría he estado visitando médicos como la que visita monumentos, por lo que mis primeros recuerdos son vagos. Sin embargo, la primera vez que recuerdo haber sucumbido al gaslighting médico fue cuando estaba en segundo de bachillerato y fui al médico digestivo porque tenía unos dolores de estómago terribles, acompañados de reflujo, estreñimiento y dolores de barriga nocturnos que no me dejaban dormir. A la digestivo no se le ocurre otra cosa que decirme que como  tenía Selectividad a la vuelta de la esquina todo eso era ansiedad y que mi estado de ansiedad era el causante de todo. ¡Toma ya!

Total, salí de la consulta con una receta para un jarabe antiácido y otra para ansiolíticos que nunca me llegué a tomar; menos mal porque no era ansiedad la causante de mi malestar, resulta que soy celiaca y, como en mi caso, me provoca un estreñimiento terrible nadie se había parado a pensar o a pedir una analítica que descartase que no había otro problema de fondo.

Mi estado de ánimo estaba por los suelos, casi llegué a creer que tenía ansiedad y el trato que recibí por parte de la doctora fue horrible, su consulta fue una regañina haciéndome creer que mi malestar me lo estaba provocando yo misma por tomarme las cosas a pecho. Al contárselo a mí madre, la Pili montó en cólera (gracias a Dios la doctora no estaba por allí) y me pidió cita con otro especialista el cual dio con la tecla. ¿Qué haríamos sin nuestras madres?

Ejemplos como este tengo miles, tristemente, aunque me han servido para mejorar la técnica y para curtirme en el arte de que me sude el chochete.

  • Mi primer consejo es que si tienes síntomas y todavía los médicos no dan con la clave de qué es lo que está provocando tu malestar, escribas un diario donde apuntes cómo te sientes más las actividades, comidas, medicinas que has tomado ese día, así como tu estado de humor. Lleva un diario siempre, sepas o no sepas qué tienes, es muy útil.
  • Prepárate para tus citas médicas: no vayas a ir, shati, sin documentación previa, haz una lista de las preguntas que quieres hacer, de tus preocupaciones, busca información sobre el médico y repasa tus diarios destacando aquellos datos que sustenten los hechos o los síntomas.
  • Si puedes no vayas sola: elige a alguien con quien ir, ese alguien debe compartir tu día a día y estar al tanto de tus dificultades. Esa persona puede corroborar tu experiencia, dar más datos y hacer preguntas en las que no caes. La palabra de dos pesa más que la de uno. 
  • La relación de los médicos es como una relación de pareja: a veces funciona o a veces no. Si no te ha gustado tal profesional médico o su trato siempre puedes pedir una segunda, tercera o cuarta opinión.
  • La última palabra la tienes tú: no es mi intención quitarles mérito a los doctores, para estar ahí han estudiado mucho y se han esforzado mucho. No obstante, tu cuerpo es tuyo, una sabe cuando algo no está bien y lo que sientes es legítimo SIEMPRE, salga o no salga en las analíticas
  • Defiéndete: se vale decir no o decir que no estás de acuerdo con algo, siempre con respeto y educación. Expresa lo que no te cuadra o lo que te preocupa, tratamientos y soluciones hay miles y de tos’ colores.

Recuerda: tú eres la que has vivido en ese cuerpecito desde que naciste, eso ya te legitima de sobra. 

Ana Scobey Garralón