Con este calor, hemos follado en el balcón y nos ha dado morbo

 

He de reconocer que de siempre nos ha gustado hacerlo en lugares públicos, playas, baños públicos, cines, parques, coche, etc. Pero desde que llegó la pandemia, nos hemos vuelto más caseros y no hemos follado demasiado fuera de casa.

El otro día estábamos en el sofá y tenía unas ganas locas de follar que ni el calor que hacía me las quitaba. Me insinúe un poco a Uriel a ver si reaccionaba, me puse un camisón así finito y medio transparente y me fui a sentarme con él en el sofá. 

Con el pie le rocé la entrepierna y le hice señas para que viniera conmigo.

 

   – ¿Ahora cariño? Es tarde y estamos en plena ola de calor y aunque sea de noche, hace muchísimo calor.

   – ¿Seguro que no quieres hacer nada? Le dije mientras me bajaba uno de los tirantes del camisón.- ¿Seguro de segurísimo? Mira que estoy muy caliente y necesito apagar este fuego.- Dije mientras bajaba el otro tirante, dejando a la vista mis pechos. 

Viendo su sonrisa, me acerqué y me puse entre sus piernas de rodillas. 

 

   – Con las ganas que tengo de hacerte disfrutar.– Le dije mientras me humedecía los labios y le bajaba los pantalones para convencerle del todo. 

   – Vale, pero sólo si hacemos algo que me da mucho morbo, ¿confías en mí?

   – Claro que sí, ¿qué es lo que te da morbo?- Dije sin dejar de juguetear con su polla entre mis labios. 

Me cogió de la mano y me llevó hacia el balcón.

 

   – Quiero hacerlo aquí en el balcón, pon el culo en pompa y abre un poco las piernas.

Se agachó y me comió el coño para humedecerlo, se levantó, cogió su polla y la encaminó hacía mi sexo.

 

Bajó las tiras de mi camisón, dejándolo caer en el suelo. 

   – Así cielo, que disfruten de tus tetas, son preciosas.- Dijo mientras las agarraba fuerte y me penetraba. 

 

Empecé a suspirar suave de lo mucho que me estaba gustando y del morbo que me estaba dando la situación. 

   balcón

   – Imagínate que nos ven y ven tu clara de placer, se pondrían a mil.- Dijo con un tono de voz más oscuro de lo habitual. 

 

Miré hacia abajo y vi personas pasar, por una parte pensé, menos mal que vivimos en un piso alto y es probable que no nos vean, pero por otra, me seducía la idea de ser vistos. 

Me cogió del pelo para someterme más a él y jugar un poco a dominarme. Yo no pude más, me acaricié el clítoris con los dedos y me corrí gimiendo, tanto que es posible que alguien se diera cuenta.  Él me agarró fuerte de las nalgas y también se corrió. 

 

Habíamos estado la mar de fresquitos en el balcón y el morbo de ser pillados nos había hecho recordar nuestros viejos tiempos, así que si os pasa como a nosotros que os gusta hacerlo en sitios públicos pero no queréis desplazaros, ya sabéis, ¡al balcón! 

 

 

Oaipa