¡Qué bonito es ser mamá! ¡Que bien nos sienta el embarazo! Estamos en nuestra plenitud, bellas como ninfas. De lo que nadie habla es de todas las secuelas que puede sufrir tu magnífico cuerpo tras un embarazo. Hay cosas que sí te cuentan, como lo que cuesta perder los kilos de más que has cogido durante el embarazo o la barriga que se te ve a quedar, a no ser que tengas un entrenador personal y una tabla de ejercicios estrictos como las famosas.
Hace poco me han dicho que tengo una hernia en el ombligo a causa del embarazo, y entonces me di cuenta de todos los problemas de salud reales que podemos sufrir las mamás después del embarazo y el parto.
El postparto es una época muy delicada, hormonalmente está como en una montaña rusa, tienes que cuidar de un ser humano que depende de ti las 24 horas del día, y si encima le añadimos cambios en nuestro cuerpo que pueden suponer un problema de salud, la maternidad puede ser menos bonita de lo que nos han contado. Yo te voy a contar algunas consecuencias de las que nadie te habla:
Hernia Umbilical: Ocurre cuando hay un abultamiento en la zona del ombligo debido a la debilidad de los músculos abdominales. Puede ser causada o agravada por el embarazo o por el esfuerzo que hacemos en el parto. A mí me lo han diagnosticado hace poco. Tenía un dolor muy fuerte en el ombligo, me han dicho que es una hernia y que me tengo que operar lo antes posible. Y digo yo, cómo me voy a operar si después de la intervención tengo que estar mucho tiempo sin coger peso. Resulta que tengo un bebé de 6 meses al que tengo que cargar y depende de mí… ¡Pues eso! Tendré que convivir con el dolor hasta que mi hijo tenga mínimo 3 años, ande solito y sea más independiente.
Diástasis Abdominal: Es la separación de los músculos rectos del abdomen. Es común durante el embarazo, pero al cabo de unos meses nuestra barriga debería volver a su estado original, más o menos. Yo aún tengo un barrigón que parece que estoy de cinco meses. Me ha dicho mi doctora que es pronto, que ya me bajará, pero que lo mejor es que haga ejercicio. Solo espero que no se me quede una diástasis abdominal, porque bastante tengo ya con la hernia. En algunos caso, la diástasis también requiere operación, así que esperemos que no.
Molestias en la cicatriz: He tenido dos cesáreas que me han dejado una preciosa raja en el bajo vientre. Pues bien, resulta que una mala cicatrización puede provocar adherencias en los tejidos o fibrosis, lo que me puede causar dolores y molestias para toda mi vida. Por lo visto, hay fisioterapeutas que te dan masajes en la cicatriz para evitar que los tejidos se peguen por dentro, pero no sé si sabéis lo que cobra un fisio privado. No es apto para todos los bolsillos.
Caída de cabello: Es también muy común. A mí se me cae el pelo a mechones. Cuando me hago una coleta, que desde que soy madre es mi peinado favorito, se me ven unas entradas que ni el metro de Madrid.
Suelo pélvico dañado: De esta me he salvado, es lo bueno de haber tenido cesara y no un parto, que mis partes íntimas han sufrido menos. El embarazo puede debilitar el suelo pélvico, que es un conjunto de músculos y tejidos que sostienen los órganos en la pelvis, pero cuando más sufre esta zona es en el parto. Que se te dañe esta parte te puede ocasionar algo tan divertido como la incontinencia urinaria, es decir, que te vas haciendo pis por los rincones.
Hemorroides: se producen por el esfuerzo realizado en el parto. Normalmente se van reduciendo según vayan pasado las semanas, pero siempre se puede quedar alguna. De esto también me libré porque no tuve trabajo de parto, pero en el embarazo sí que las tuve.
Asumimos que por ser madre tenemos que pagar un peaje, y que los cambios que sufre nuestro cuerpo son normales. Dicen que nuestro cuerpo está diseñado para concebir, gestar, parir y después recuperarse. Pero lo de recuperarse a veces va lento, muy lento.