El amor es bonito. Pero, a veces, también apesta. 

Hemos crecido con los cuentos de hadas. Aquellos en los que, irremediablemente, la princesa o damisela tenía un apuro del que no podía salir si no era por la mágica y milagrosa intervención de un príncipe encantador, subido en un blanco corcel, que recorría el mundo para matar dragones y brujas y salvar a la tonta que se había quedado dormida por el pinchazo de una rueca o morder manzanas envenenadas. Y con un dulce beso, el mundo recuperaba el orden.

El patético resultado de vivir una infancia de cuento, es que me creí que eso era lo que había que esperar del amor: un tío buenorro subido en una moto de alta cilindrara que me librara de mis pesadillas internas y me sacara el veneno del cuerpo a base de morreos húmedos. Los morreos me los llevé todos. Y los gocé como nada en este mundo. Y me subí en muchas motos, en todas las que me invitaron a poner el culo encima. Pero ninguno me libró de mis terrores internos. Ni siquiera lo logró el hombre con el que me casé.

Cuando tuve hijos, solo viví con ellos, una y mil veces, Peter Pan. Porque no hay amor. Solo niños perdidos y otros que se niegan a crecer. 

¿Que por qué? Porque he visto la cara oculta del amor. Porque si no me quiero no puedo querer. Porque en el cuento no nos decían si la bella durmiente tenía un tremendo complejo por tener las rodillas y los tobillos gordos. Llevaba siempre vestidos largos y no tenía que enseñarlos, pero esas cosas se sufren igual sin que alguien lo vea. 

Y no hay besos suficientes en la galaxia para borrar las huellas de la falta de autoestima. 

Estoy estigmatizada y esas heridas no se curan con mercromina. 

Esos golpes que me doy con cada frase que me dedico, ese desprecio con el que trato a mi cuerpo, ese insulto constante a mis capacidades, ese odio comparable al del maltratador pero que vive en mí. Dentro de mí. Soy yo.

Y quiero quererme, respetarme, en lo bueno y en lo malo. En la salud y la enfermedad. La riqueza y la pobreza… y no sé. 

Necesito aprender a tratarme con cariño, con paciencia, con dulzura. A no ser tan dura conmigo misma. A darme las mismas oportunidades que le doy a todos los que en un momento han creído fallarme y no lo hicieron. 

Necesito ser el centro del amor para saber querer sin depender. 

¿Alguien sabe dónde se dan clases particulares?

@mardelolmoescritora.