No sé muy bien cómo empezar a contar esto, tengo a una amiga que siempre escribe aquí y cuenta sus movidas, a mí nunca me pasa nada destacable así que nunca había tenido la necesidad de tener que mandar ningún correo a la web. Pero el sábado pasado me pasó algo que aún no he superado del todo, me da cosa contárselo a mis amigas de toda la vida porque no sé si llegarán a entenderme, de hecho, no creo si quiera que lleguen a creerme.

Bien, este es mi segundo año viviendo en Madrid, la primera vez que estoy en un piso, lo comparto con un chico y una chica, los dos estudian arte dramático en una escuela. Pues bien, el sábado pasado fue el cumpleaños de él, Ricardo, Richi para los amigos.

Pues eso, Richi organizó su fiesta de cumpleaños en un bareto de Madrid, nos cerraron una especie de saloncillo, pusimos un altavoz, él puso un bote para poder pedir gratis hasta que se terminara. El caso es que yo era la única que no era de su escuela, más que un cumpleaños parecía eso, una cena de clase. Y ahí estaba yo, sin conocer prácticamente a nadie.

Bueno, en realidad tardé en hacerme a la gente poquísimo, no sé si fue el alcohol, fueron ellos o fue que estaba teniendo lugar el evento con mejor buen rollo al que he ido nunca.

Pues eso, cerveza, gente simpática y la música que a mí me gusta bailar, reggeton del bueno, del antiguo. Era una más, de verdad de corazón, es que si llega a entrar alguien por la puerta y me pregunta que qué estudio, le digo que teatro, de toda la vida. Qué maravilla de gente.

El caso es que seguimos con ese ambiente como un par de horas, pero de repente, cuando ya íbamos todos un poco pedo, no sé a quién se le ocurrió la fantástica idea de jugar a la botella, sí sí, a la botella, como si tuviéramos quince años. Con la diferencia de que no teníamos quince, allí la más joven tenía 22.

Vale, esta gente juega duro, nada de picos tontos, allí el que menos se daba morreos de cinco segundos. El que más llegaba hasta a meterse mano, ahí en medio, mientras el resto miraba, reía y aplaudía. Yo no sé si de verdad era el ambiente, pero lo único que me sorprendía era no estar sorprendida, todo tenía sentido.

Había parejas, chavales que eran novios oficiales, de hecho, una llevaban juntos como nueve años y ahí estaban, morreándose con medio grupo mientras el otro aplaudía y gritaba algo en plan ‘¡pero métele mano y no seas tonto!’

Todo iba genial hasta que me tocó a mí, con una chica. Una chica preciosa de hecho, o sea, en realidad es que creo que en aquella fiesta no había nadie feo, porque la persona menos normativa o se movía de miedo o tenía una actitud que te dejaba paralizada.

Pues bien, yo nunca me había besado con una chica, nada más allá de los picos tontos con tus amigas cuando te hacías fotos tuenti. Me puse super nerviosa, real que el corazón como que se me puso a mil, pero lo peor de todo era que quería hacerlo, me apetecía mucho, muchísimo.

Madre mía, qué beso me dio. Yo no sé si sabía que estaba nerviosa o algo, pero me dijo ‘tranquila’. Me cogió del cuello, se acercó a mí despacio y me comió la boca de una manera que yo aún no lo supero, de verdad que no.

Después de eso me besé como con siete personas más, porque estuvimos jugando hasta que el bar cerró. Después nos fuimos a una discoteca, claro. Aunque no llegamos todos, como siete u ocho personas hicieron la mítica bomba de humo.

Pues bien, a mí me gustó muchísimo un chico, uno de los amigos de Richi, típico chaval con pinta de bueno, pero actitud de malo. Ay, no sé, me encantaba, ya lo había fichado antes por Instagram, pero en persona es que ganaba muchísimo. Y bueno, como allí nadie se cortaba ni un pelo, pues estuvimos tonteando a fuego, verbalmente y perreando a hasta el suelo.

El caso es que entre canción y canción de repente se me lanza, me besa y yo ya estaba en plan OH MY GOD ESTA ES MI NOCHE. Pero lo fuerte es que después de llevar como 10 minutos liándonos de repente viene Richi y me morrea, así, sin más de la nada.

Aclaro un detalle: Richi es gay, muy gay.

Pues bien, después de morrearme a mí, que para seguir flipando conmigo misma me dejé hacer, coge el tío Y SE LÍA CON EL CHICO QUE YO ME ESTABA LIANDO. Vale, no me preguntéis como siguió la cosa, porque de verdad, es como que no me acuerdo del todo bien,pero de repente estábamos liándonos los tres muy hardcore, EN MEDIO DE UNA DISCOTECA.

Vale peña, de verdad que esto no fue lo peor de todo, lo peor fue que se nos unió una pareja, los que llevaban ya nueve años juntos. Él y ella. O sea, cinco personas morreándonos a todo lo que daba, en una discoteca del centro de Madrid. Dos chicas y tres chicos. Eso era un sádwich de manos, brazos y labios. En mi vida he estado tan cachonda, de verdad que no.

Vino el portero de la discoteca, después de llevar como quince minutos dándolo todo, nos dijo que si no nos sabíamos comporta que, por favor, nos fuéramos. Ahí me di cuenta de que llevaba el sujetador por la cintura.

Si tú me dices alguna vez en la vida, que yo voy a llegar a hacer algo así, que me van a echar de una discoteca por estar liándome con cuatro personas en una discoteca te digo que eres idiota y que no me conoces de absolutamente nada. Así que va a resultar que la que no se conoce soy yo.

Pues nada, yo pensaba irme con el chico que me gustaba a su casa, a terminar la faena, porque ya lo habíamos hablado, lo que me pilló de susto fue que me planteó que si me importaba que se vinieran los otros tres también, entre ellos Ricardo, mi compañero de piso gay con el que tendría que seguir conviviendo el resto del curso.

Pues dije que no, que no me importaba, que se vinieran todos. Ella, up to una orgía habiendo sido siempre la reina de la santidad.

El caso es que de camino a su casa me rallé, me rallé muchísimo. La situación de repente me vino grande y me acojoné, me puse a llorar y me agobié mazo. Él me preguntó que si era tonta, que por qué lloraba, que estuviera tranquila que no pasaba nada, que no iba a hacer nada que no quisiera. Así que nada, nos fuimos los dos solos a su habitación y los otros tres se quedaron en el salón.

Follamos, follamos muchísimo y espectacularmente, de hecho hemos quedado tres veces después de aquello y no sé, de pensar que la primera vez que me lié con él fue así… Ay, no sé es que no me reconozco.

¿Podemos pensar que estuve a punto de hacer una orgía una noche que simplemente sentía que iba de acoplada a un cumpleaños? Definitivamente, lo que dicen de que las mejores noches son las que no tienen perspectiva de nada, es verdad.

 

Anónimo