Tras contaros mi primera experiencia con la infidelidad hoy vengo a contaros la segunda, porque por algún motivo la vida decidió que no era suficiente una infidelidad, había que volver a sufrir otra.

Un par de años después del divorcio empecé otra relación, hubo algunos problemas, pero luchamos por solucionarlo y por seguir adelante con la relación.

No pasábamos por nuestro mejor momento cuando se fue a otra provincia a pasar el fin de semana (estudió allí varios años y tiene amigos y familia).

El domingo al volver del viaje me dijo que teníamos que hablar y me pidió que lo escuchara hasta el final. La noche anterior había bebido y estando de fiesta se encontraron a un viejo colega que iba con amigas; este grupo llevaba coca, la probó y siguió con el desfase, en algún momento de la noche una muchacha del grupo se le insinúo y él siguió adelante.

Juró y perjuró que solo habían sido unos besos en el bar, que en cuanto se le pasó el colocón se arrepintió y que me quería y quería seguir conmigo.

No podía creérmelo, otra vez una infidelidad, ¿tengo cara de tonta y fácil de engañar? Pues parece que sí.

Yo estaba desubicada totalmente, muy cabreada por verme otra vez afrontando que alguien me había traicionado, alguien que sabía perfectamente lo que yo había sufrido en mi matrimonio y con la infidelidad. Pero a pesar de estar muy enfadada y dolida, una pequeña parte de mí quería perdonar.

No sabía qué decisión tomar, lo eché de casa una semana para poder pensar con algo más de claridad y tras un par de semanas de mucho pensar y haber tratado este tema con mi psicóloga decidí intentar perdonar.

No voy a negar que fue un trabajo muy duro, que me causó mucho dolor y que muchísimos días sufrí recordándolo, pero el tiempo fue suavizando las cosas.

Han pasado casi tres años y de vez en cuando vuelve la imagen de él besándose con otra en mi cabeza y obviamente no es agradable, pero la infidelidad no controla mi vida.

Un aspecto clave en mi perdón fue la honestidad por su parte, cometió un error y lo confesó nada más llegar, aún sabiendo que esa confesión supondría una ruptura. Decidió ser sincero y asumir las consecuencias de sus actos.

Esto para mí es imprescindible a la hora de perdonar, la persona infiel tiene que ser honesta, reconocer sus errores y estar dispuesta a asumir las consecuencias.

Y si os preguntáis cómo estoy segura de que no volverá a pasar, pues sinceramente no lo estoy. Sé perfectamente que puede volver a pasar, pero ¿sabéis de lo que sí estoy 100% segura? De qué va a ser honesto conmigo y en el momento que haga algo fuera de nuestros acuerdos me lo contará, ahí tendré toda la información y podré tomar mis decisiones.

Todos somos humanos y podemos cometer errores, para mí lo importante para confiar en mi pareja no es creer que es perfecto y nunca va a equivocarse, para mí lo importante es que confío en que no va a hacerme daño a propósito y fundamentalmente que confío en que no va a mentirme.

Jess