Mi madre, mi hermano y yo somos migrantes y vinimos a España en busca de una vida mejor, hará unos 5 años próximamente.

De los tres, yo soy la más formal y diría que la más madura, aunque sea la menor. Mi hermano tiene 20 años y es un poco niñato. Es el típico pintas, que anda un poco perdido en la vida y al que le gusta mucho la bebida y la fiesta, aunque no por ello es mal chaval. Mi madre es una curranta y, por su edad, es un poco más madura, pero vaya, tampoco dista mucho de mi hermano. No sabe ni ha sabido nunca ponernos límites. Siempre que puede anda con una copa en la mano y con un cigarrillo, y anda siempre buscando unirse a nosotros y con nuestros amigos de “parranda” o montar la suya propia en casa.

A mí nunca me ha disgustado esa actitud, ya que me ha gustado mucho tener ese tipo de relación con mi madre, pero claro… cuando una va creciendo, se va dando cuenta de que hay ciertos roles entre padres e hijos, entre otras muchas cosas, que deberían ser de una determinada manera y no como pensabas que creías.

Sin embargo, más o menos he estado cómoda con esa actitud…hasta este fin de semana.

Resulta que mi madre tiene bastantes amigas y amigos de nuestro país, con los que se reúne bastante, pero también tiene una mejor amiga que es de aquí, española, y con la que se lleva (y nos llevamos) genial. Ella está separada desde hace 8 años, y tiene dos hijos menores de edad, aunque su madurez se asemeja también a la de mi madre.

Es una tía muy curranta también, y muy simpática. Otra cosa que tiene es que es SÚPER coqueta, pero en el sentido de que le encanta tontear con todo ser viviente y ligarse a todo lo que tenga dos patas. Que no pasa nada, ojo, pero me empezó a parecer raro porque desde que llegábamos me daba la sensación de que a veces se ponía un poco tonta cuando estaba delante de mi hermano. Pero vaya, sin más.

Pues bien, este finde pasado mi madre invitó a algunos amigos y amigas a tomarse algo en casa, entre ellos a esta mujer a la que llamaré Marisa y que, por cierto, roza los 45 años.

Todo fueron risas, copas por aquí y por allá, y baile. Mucho baile.

Y con tanto baile y tanta copa, yo no paraba de ver un tonteo bastante intenso entre ambos.

Risas y rocecitos, cosquillas, más baile…en fin, que la cosa estaba cantadísima.

A mi madre se la veía muy feliz y muy ajena a todo, o eso parecía.

En un momento en que fue a la cocina a por más hielo, aproveché para ir con ella y comentárselo, pero ella dijo que eran cosas mías.

Pues bien, ya bien entrada la noche, la euforia de la fiesta empezó a calmarse y ya se veían a algunos dormidos en el sofá, a otros de charla, y a algunos pocos aún de baile, entre ellos mi hermano y Marisa.

Yo estaba sentada en el sofá con el móvil, pero no paraba de mirarlos, y vi perfectamente cómo se miraban con ojitos de cordero y cómo se las acabaron apañando para que mi hermano le ofreciera “enseñarle no sé qué que tenía en su cuarto”.

Me quedé flipada viendo cómo se iban los dos de la manita, y cómo mi madre pasó del tema tal cual.

Efectivamente, en la habitación pasó lo que pasó, gemiditos incluidos.

Lo peor fue cuando salieron, porque mi madre empezó a bromear sobre el asunto, bastante contenta por aquella unión, pidiéndoles “un piquito” delante de los demás para “hacerlo oficial, que estamos en familia”.

Yo la verdad que no daba crédito.

Todos se fueron pero Marisa se quedó “a dormir”, gemiditos nuevamente más tarde incluidos.

A la mañana siguiente, mi madre le preguntó qué cuántas veces, a lo que ella respondió que tres, y mi madre alegó que es que su hijo era un campeón, que llevaba su sangre.

Yo, en cambio, casi vomito.

Cuando me quedé a solas con mi madre, me dijo que ella no veía el problema. Ambos eran adultos y era todo consentido.

Y sí, vale, como tal técnicamente no es un problema, pero no sé…me pareció algo muy desvergonzado, un poco falta de respeto… con tu hijo y en tu propia casa…no sé. Y bueno, ya lo de mi madre, ni mencionarlo. Reaccionando a todo como si fuera la colega de ambos, yo es que no entendí nada.

Mi hermano se enteró ese día de la conversación y desde entonces está un poco enfadado conmigo, pero yo es que sigo sin entender la situación.

Que ambos son mayores y que fue consentido me parece muy correcto. Pero que le saque 25 años, que sea el hijo de su mejor amiga y que te lo tires en casa de ella, y ella encima lo celebre…muy normal tampoco lo veo, la verdad.

Anónimo.