¿Cuántas veces me habré comparado? ¿Cuántas veces habré pensado que desearía tener esto o lo otro? ¿Cuántas veces habré deseado poder estar viviendo lo que vivían mis amigas? No desde la envidia corrosiva, ojo, sino desde la melancolía. Me he alegrado por esas personas genuínamente y más tarde me he autocompadecido. Y luego, en cierta manera, me he sentido mal.

Tenemos normalizado el hecho de compararnos, lo hemos vivido y adquirido desde la infancia, pero lo primero que deberíamos saber ya a estas alturas es que «las comparaciones son odiosas». Y tanto que lo son. Para bien y para mal y es que, si nos comparamos con alguien que está peor que nosotros, automáticamente nos sentimos bien, pero si es al contrario, el malestar aparece al instante. Aunque sea ese débil eco en el fondo de tu subconsciente, aunque te alegres de verdad por la otra persona.

Hoy he reflexionado mucho sobre el tema… y amiga, qué malas somos a veces con nosotros mismas. Por favor, entiende que no estás atrasada en tu vida, que no llegas tarde, que estás en el momento preciso. No hay un cronograma establecido para el autodescubrimiento. Tal vez no hayas encontrado el trabajo de tus sueños, ese tipo de trabajo que te emociona, que te mueve, que te hace despertar cada día con autoconvencimiento y que te hace sentir realizada. Quizás todavía estás tratando de descubrir tu pasión, lo que le da a todo un propósito. Puede ser que aun no hayas encontrado a la persona adecuada con quien compartir tus días, o tal vez aun te sigas preguntando cómo amarte a ti mismo antes de amar a alguien más. Quizás aún no hayas comprado una casa, puede que por tus circunstancias aún vivas con tus padres o simplemente te cueste horrores poder llegar a fin de mes. Tal vez no hayas descubierto un hogar donde refugiarte en otras personas o quizás te planteas cómo sigues siendo amable con amigos que no te tratan tan bien como tú creías, puede que tu vida no te haya dado esas aventuras y experiencias de las que aquella otra persona te está hablando…

Hoy te digo, que un día lo tendrás todo resuelto a tu propia manera, a tu ritmo. Entiende, que estás exactamente donde debes estar. No cambies tu viaje para que coincida con el de otra persona. No te apresures a hacer algo de lo que no estás segura simplemente porque crees que te quedarías atrás. No te estás quedando atrás. Estás haciendo tu camino sin usar los zapatos de otra.

Cuida tu vida, eres justamente la persona que estás destinada a ser. Con tus altos y tus bajos, con la piedra que está justo delante de ti pero no la ves y que te hará tropezar y caer. Con tu voluntad, tan necesaria para seguir. Hoy sé que debo confiar en el proceso, en el propio.

Tendremos que recordar que todas las cosas buenas llevarán su tiempo. Llegarás  al momento al que quieras llegar, y cuando lo hagas, te alegrarás de haberte tomado tu tiempo. Y es que al final, las mejores cosas de la vida, valen la pena ser esperadas.