A ver, en defensa de mis amigas, he de decir que no tenían ni idea, simplemente no jugaron bien sus cartas y eligieron al peor chico de Tinder posible. Y es que ese día siempre lo recordaré y siempre lo contaré como la peor cita a ciegas de la historia.

Supongo que todas tenemos amigas que nos ayudan con nuestros ligues, y si no, es que somos nosotras las que buscan ese amor para otra amiga. En mi caso, siempre había sido yo la que les hacía de Cupido a todas mis amigas porque yo ya tenía una relación estable desde hace muchos años y entendía de amor y bla bla bla… hasta que lo dejamos y me sentía incapaz de volver a ligar por mí misma. Así que mis amigas decidieron crearme un perfil de Tinder y ponerse a buscar como unas locas al chico perfecto, o en su defecto, al menos alguien que estuviese bueno, que me hiciera reír y quién pudiera echarme un buen polvo. 

Lo malo es que mis amigas (las quiero un montón pero tienen el gusto en el culo), no son precisamente unas “casanovas”. Sé que me conocen muy bien y dicen que se saben mis gustos pero realmente no saben elegir bien a sus ligues. De hecho, siempre ha sido tema de debate, que eligen muy mal a la hora de liarse con uno, así que obviamente no tenía muchas esperanzas jajaja. Eligieron a uno que estaba bien bueno, parecía inteligente, alto, sensible, tenía los mismos gustos que yo y de hecho hasta me sorprendió su perfil (porque obviamente, por muy cita a ciegas, no pensaba acudir sino tenía un previo manual por delante en plan expediente sacado del FBI) y la verdad es que me gustó, así que acudir a cita.

Desde el principio ya lo monté un poco raro, estaba un poco ido, muy nervioso, miraba a todas partes… No sé, se notaba que no estaba drogado y no estaba borracho pero alg había. Lo veía muy distraído. Al cabo de un rato durante la cena, con varias copas, me di cuenta de que empezaba a hablar y a realizar frases raras en plan “si quieres podemos ir a mi casa después y…. oh espera”, decía de repente muy callado y serio, “¿has visto?? es como si el viento y el aire tuviese color… ¿¿lo has visto??”. Ookkayyy… Esa fue la primera señal y la última, no necesitaba nada más. Este tío estaba colocado.


Tras la noche, una muy divertida, cogí mi bolso y me fui, le di las gracias por la cena, por haberlo pasado tan bien y por una buena noche de risas pero sinceramente yo con un tío colocado no me voy a ir a la cama ni de coña. Ahora eso sí, la próxima vez voy a tener que dar un cursillo básico a mis amigas de cómo elegir a un hombre en Tinder.