Cuando lo vi escrito en el papel de baja de mi médico pensé : ea ya está, ya estoy loca del to’.  

TRASTORNO DE ANSIEDAD GENERALIZADA

La ansiedad es ese bichito que tu cuerpo libera cuando no quieres pararte a pensar lo que te  ocurre durante muuuucho tiempo. Ese bichito que tú solita vas alimentando sin darte cuenta.  Cuando prefieres ignorarlo porque no te hace bien en el momento. Pero se acumula y acaba doliendo. Hay días que mucho, otros que no tanto y otros que no parece ni que esté. La ansiedad  es ese sujetador precioso que te niegas a creer que ya te quedó pequeño y nadie lo nota si tú no  quieres, pero tú estás incómoda todo el día sabiendo que un pezón asoma, la copa se te clava en  el michelín de debajo del sobaquillo y te está dejando una señal roja en la espalda que sabes que  después picará pa’ tres días.

Nunca se presenta con la misma intensidad y sientes que pierdes el  control porque es esa regla que se adelanta y llega justo cuando te has puesto tu pantalón blanco  favorito. Sin avisar. No sabes si hoy será un día bueno o tu cuerpo te dejará destruida sólo porque en el capítulo de hoy de la reina del flow 24, Luisa Fernanda de los Palacios no le confesó su  amor a Mario Armando Montesinos porque Rogelia Reina María Campos no recogió la cosecha  de su hacienda a tiempo. 

 

Puedes llorar sin saber por qué , y puedes reír casi de la misma forma. Te sientes mal hasta por el  simple hecho de saber que sufres ansiedad, “porque hay tantos males en el mundo y tú  agobiándote por esto…”. Quiero contar esto, no habiendo superado la ansiedad, no aprendiendo  aún a manejarla. Quiero contarlo cuando estoy en medio de todo el proceso chungo que te  cagas. Ojalá poder decirte que levantarte con el pie derecho y tocarte la nariz 3 veces a la pata  coja hará que sientas que te vas a comer el mundo y ‘sacabó’ to. No funciona así. Pero quiero  ayudarte, al menos, a sentirte un poquito mejor sabiendo que no estas sola en esta mierda.  Quiero decirte, amiga , a mi también me pasa. Y me encantaría, que cuando estuvieras  preparada, pidieras ayuda. Porque sólo dar el paso de pedirla ya hace que algo bueno en ti se  despierte. 

A mi me costó muchísimo pedirla. Quizás porque nunca antes lo había hecho, porque en mi  familia nadie lo hizo o porque tenía miedo de todo lo que pudiera remover en mí. Pero lo hice.  Cogí el teléfono, pedí cita y empecé mi terapia con el psicólogo. Y es de las mejores decisiones  que he tomado en toda mi vida, incluso mejor que la de probar el satisfyer.  

Mientras tanto, ando por aquí practicando lo que llamo el AGUSTISMO. Que no es más que hacer  cosas con las que sueltes ese “ kagustooo”. Puede ser una tarde entera en el sofá sin  remordimientos, comerte ese paquete de palomitas entero sin la más mínima culpa después o  una simple ducha de agua caliente o fría… En definitiva, que cada vez que hagas algo que  siempre te haya gustado, sólo pienses en eso que estas haciendo. DedícaTe toda tu atención.  Esos 5,10 minutos, los que sean, serán tuyos.

 

Elisabeth Serena

@whoseli_