Antes de ser madre jamás me habría imaginado el mundo a parte que se abre con la maternidad. Es como un universo paralelo donde se lidia con aspectos completamente diferentes a los que estamos acostumbrados. Ya no solo el criar y educar a una pequeña personita, sino el infinito abanico de miedos, preocupaciones y responsabilidades que se abre ante ti cuando das a luz.

Y en estos años como madre he visto y vivido muchísimas cosas nuevas, unas mejores que otras. Pero también he sido un poco más consciente del mundo en el que vivimos, quizás un poco movida por la necesidad imperiosa de que mi hija esté segura a cada segundo de su vida. Descubres entonces que hay elementos inesperados y que nunca hubieras planteado bajo ningún concepto, que a veces las cosas van más allá y que era verdad aquello que nos repetían de pequeñas: ‘no te fíes ni de tu sombra‘.

Hace unos meses una amiga me comentaba asustada lo incómoda que se había sentido aquella tarde en el parque. Ella, mamá de dos retoños, estaba disfrutando de los juegos de sus hijos cuando uno de ellos le pidió un poco de leche. Sin pensárselo dos veces ella tomó asiento en un banco y, sin perder de vista al mayor, comenzó a amamantar al pequeño sin mayores problemas. La cosa se complicó cuando, al cabo de unos minutos, un hombre de mediana edad se puso a su lado sin cortarse un pelo para ver la escena. Ella al principio, incrédula por lo que estaba pasando, no dijo nada, pero después de un largo rato muy incómodo le pidió que se fuera amenazándolo con llamar a la policía.

Y a esto me refería yo cuando hablaba de esos elementos inesperados. Dentro de todas esas parafilias existentes en la cabeza de algunas personas, nunca me habría planteado que la lactancia materna podría ser una de ellas. Así que, algo asustada por lo que pudiera encontrar, me puse a investigar sobre este tema y, efectivamente, el asunto es de terror.

Se les llama comúnmente ‘vampiros blancos’, y son ese grupo que localiza en la escena de amamantar o siendo ellos amamantados, placer sexual. De inicio, una vez más, nos centramos en el reiterado problema de sexualizar el cuerpo de la mujer hasta el límite. Convertir algo tan natural como es la lactancia en un acto erótico vuelve una vez más a insultarnos y a llamarnos ‘trozo de carne’ a la cara. Y para continuar, ¿cómo se puede sentir placer sexual en una imagen infantil?

La cuestión no se queda ahí, ya que más allá de esa parafilia consentida hay cientos de personas buscando escenas maternales con las que aliviarse. Grupos de lactancia materna ‘para adultos’ que comparten fotografías incluso de sus hijos, que sin tapujos comentan lo muchísimo que les gustan las instantáneas. O seres que rastrean las redes pidiendo a mujeres en época de lactar que les envíen alguna fotografía, sin más explicaciones.

No, no me estoy inventando absolutamente nada. Tengo capturas, tengo mensajes y decenas de testimonios de diferentes madres que han sido abordadas online por este tipo de personajes. Mujeres que ahora son conscientes del peligro de difundir imágenes de nuestros hijos en la red, por la tremenda facilidad con la que gente de esta calaña puede hacerse con material para un uso completamente enfermizo.

captura grupo de facebook

Uno de los testimonios que más me impactó fue el de María (nombre ficticio, por supuesto). Ella contactó conmigo al enterarse de mi interés por dar visibilidad a este tema. Comenzó su historia dejándome claro que nunca había contado aquello a nadie, quizás por vergüenza o porque todavía no era capaz de creerse lo que le había pasado. Para poneros en situación, ella me dijo que es madre soltera y llevaba unos meses conociendo a un chico. Una noche terminaron acostándose y entonces sucedió esto…

pantallazo mensaje privado

He debido leerlo una docena de veces para intentar comprender esa escena, y entonces me doy cuenta del terrible momento que vivió María con aquel tipo. Porque tú estás pasando un buen rato con una persona a la que consideras madura, en el que confías aunque sea mínimamente como para dejarle que te meta mano… y en tal coyuntura te hace semejante pregunta sobre tu hija… María me dijo que, obviamente, echó de su cama y de su casa a aquel chico. Eliminó todo rastro de él de sus redes sociales. ¿Pero quién nos asegura una vida ajena a estos seres?

Cuando la lactancia materna empieza a normalizarse y cuando sacarte una teta para dar de comer a tu hijo está, al fin, comenzando a ser algo natural para la sociedad (que anda que no nos está costando entenderlo, ¿eh?), nos topamos de bruces con individuos y temas como este. Y entonces damos un paso atrás, aunque sea minúsculo, un poco atemorizadas por si alguno de esos desconocidos que nos rodean pueden ver en nuestra escena un momento que les excite.

Sin entrar a tratar la lactofilia consentida como algo tremendamente chocante, da la sensación de que como mujeres siempre seremos el foco de las filias más excéntricas. Que cada paso que demos, o cada etapa por la que pasamos, debe ser llevada al mundo de lo sexual. Un teta amamanta, es vida y alimento, no es únicamente objeto de devoción erótica. E incluir en todo este círculo a niños, a menores, convierte a los vampiros blancos en un peligro brutal.

No queremos que nadie nos mire con la cara desencajada por el deseo mientras alimentamos a nuestros hijos en un lugar público. No queremos que ningún depravado nos asalte online pidiéndonos sujetadores manchados de leche. Ni tampoco queremos que bajo el contexto de ‘ser una filia más’ se normalice esta tendencia. La lactancia materna es por y para nuestros hijos, para nadie más.

Mi Instagram: @albadelimon

Fotografía de portada