La soledad del aborto no deseado

 

Hoy quiero contar una experiencia personal, que pocas personas y muy cercanas saben y que creo que al final esto no se habla o se oculta y debería ser un tema menos tabú. Soy una persona que me considero de mente abierta, considero que cada persona es libre para hacer lo que quiera con su vida. Respeto a esto el tema de abortar libremente, no soy quién para juzgar, cada uno tiene sus creencias, circunstancias y demás.

En mi caso, buscamos ese embarazo, era muy deseado y teníamos muchísima ilusión, era el segundo y queríamos volver a vivir la experiencia de tener otro bebé en casa.

Todo empieza con normalidad, molestias, angustias matinales…. Primera eco normal, seguimos el proceso. Un mañana comienza un sangrado espontáneo estando de 10 semanas y vamos a la clínica para comprobar que está todo bien, nos dicen que no hay latido y que volvemos al día siguiente a repetirla si yo continúo bien. De allí nos vamos al hospital por no esperar al día siguiente y nos confirman lo mismo, no hay latido, por lo que no hay vida.

Salí de allí llorando y sin parar de pensar que podía haber hecho para perderlo, era pensar en un esfuerzo, en un disgusto, no dejaba de echarme las culpas por la pérdida. 

Al día siguiente ingreso en el hospital me dan una medicación y me dicen que a lo largo del día o de la noche voy a aumentar el sangrado hasta expulsarlo. Me quedo sola en el hospital porque lo necesitaba o igual lo que necesitaba era algo de apoyo a mi lado. Y toda la noche sin dormir, llorando. No se produce la expulsión por lo que tienen que intervenir. Al salir no nos informan y me llevan a planta. Al día siguiente me dan el alta con una baja de 12 semanas, que yo lo veía demasiado. Me dice la ginecóloga que al parecer algo se complicó, tuvieron que limpiar más de lo previsto y la baja tenía que ser más larga para que todo se quedara bien y volver a repetir el embarazo pasados unos meses.

Yo me pasé más de tres semanas sin parar de llorar, sin saber con quién hablar, porque todo era como muy normal, era un aborto sin más y no entendían que pudiera estar tan afectada. Me imagino que las hormonas tampoco ayudaron.

Un mañana me llamó una compañera porque no entendía como no estaba ya trabajando y le dijeron que mi baja era más larga. Intentando explicarle me puse a llorar sin consuelo. Con la mayor de las suertes del mundo, ella me contó que había pasado por lo mismo que yo, la culpa, la pena, el dolor y la falta de apoyo emocional. Que me diera tiempo y que llorara todo lo necesario, que si entendía que necesitaba ayuda psicológica que la pidiera, que no estaba loca, que hay mucha ayuda para el pre y pos parto, cuando todo va bien, pero que no había un servicio específico que te ayudara en esto. Sus palabras fueron, ya has podido disfrutar de ser madre y tener un precioso niño, por lo que te aseguras que no hay problema en poder tener más. Que en este momento no se te pasa esa idea por la cabeza, pero que al final lo conseguiré y sino, tengo a mi otro niño.

Un año después me quedé embarazada de mi segundo hijo. Un embarazo con más miedos que incluso el primero. Y recuerdo como lloraba con cada ecografía al oír su corazón y el día de esa cesárea que se hizo eterna hasta comprobar que mi segundo hijo vino sano y perfecto. 

Tiara