¿Cómo es la vida de una persona con vitiligo? Pues sinceramente, la vida con vitiligo es como la de cualquier otra persona que tiene algo que no es normativo en su cuerpo. La gente te mira, te pregunta cosas incómodas cuando aún no tiene la suficiente confianza, pormenoriza tus sentimientos/emociones diciéndote que no es para tanto y encima tienes que dar las gracias por tener una enfermedad que ‘no es tan mala’.

Tienes que vivir rechazos, tienes que vivir cosas que crees que no te pertenecen, tienes que desaprender a que no todas las cosas malas del mundo que pasan son causadas por tu vitiligo y tienes que aprender que puedes ser sexy, guapa, bella y digna de amor aunque tengas la piel a dos colores. Además, ¿a quién no le gusta un dálmata?

Más allá de lo estético, es un coñazo de enfermedad. No sé si lo sabéis pero es crónica, no hay manera de que desaparezca y asumir eso en tu cabeza no es tan sencillo. Lo de la skin routin es algo que no te puedes saltar bajo ningún concepto. En todas las fotos que vemos en RRSS al respecto se romantiza la enfermedad, pero realmente no es una enfermedad romántica. 

Siempre agradecida por las fotos de mujeres y hombres guapísimos que inundan las redes, que hablan de nuestra realidad, que enseñan que nosotros también podemos ser bellos, respetados y humanos. Pero claro, luego nuestra vida fuera de ahí no es tan fácil, comentar un corazón en una foto es sencillo, enfrentarte a poder enamorarte de una persona así ya es otro cantar.

Se nos juzga por el color de nuestra piel, por lo colores de nuestra piel. No somos suficiente blancos para ser blancos ni suficiente negros para ser negros, somos una amalgama de colores que no encaja bien en ninguna parte. Además de que no es algo que podamos cambiar con sacrificio, esfuerzo y constancia, esto lo tenemos en el ADN hasta el final de nuestros días…

Pero claro, de repente la tortilla da la vuelta, de repente aparece la luz, de repente te encuentras con una página como Weloversize que naturaliza, que baja a tierra, que describe las cosas como son, sin adornos, sin cuidado, sin prisa. Por eso os escribo, porque puede que jamás una persona con vitiligo os hayan escrito, pero existimos. Existimos y luchamos por la aceptación, la propia y la ajena. 

Aprendemos a querernos, a entender que lo que opinen los demás está de más, a saber que pase lo que pase somos bellos, bonitos, únicos y diferentes. Aprendemos que no hay que entrar en el juego de la sociedad, que no hay que castigarse por existir, que no hay que pedir perdón por tener un cuerpo funcional. Aprendemos que todo sale de nosotros y que se proyecta en todas las direcciones.

¿Cómo es la vida de una persona con vitiligo o psoriasis?

Al final nuestra lucha es la misma que la vuestra, el body positive es mi religión. Luchar por aceptar todos los cuerpos y que no se quede esto en una lucha de gordas contra flacas, conseguir el objetivo final: el respeto. Entender que no somos iguales, que no todos sentimos igual, que ojalá si mis hijos tienen la misma enfermedad que yo algún día no tengan que pasar por todo lo que su madre ha pasado.

El vitiligo es bello. No por romántico, si no por existente. No queremos likes, queremos aceptación. 

 

Foto de Armin Rimoldi en Pexels

 

Anónimo