Muchos de nosotros no reconocemos la responsabilidad que tenemos para crear nuestra vida, así que pretendemos que no tenemos control sobre lo que nos pasa. Pretendemos que somos hojas que caen donde les dicte el viento y no donde ellas eligen, que somos víctimas de nuestras circunstancias y, por tanto, culpamos a la vida y a su naturaleza impredecible de todo lo malo que nos pasa en vez de darnos cuenta de que nosotros tenemos también un papel que jugar dentro de ellas.

Pongamos el ejemplo de las relaciones “tóxicas”. Muchas veces nos sentimos infelices cuando estamos con alguien importante para nosotros, ya sea nuestra pareja, una amistad o un miembro de la familia. Aguantamos quejas, tratos que dejan mucho que desear, decepciones e incluso comportamientos abusivos y lo único que hacemos al respecto es quejarnos en nuestro interior de la mala suerte que tenemos al habernos cruzado con una persona que no cumple nuestras necesidades. Nos victimizamos, pero no hacemos nada para cambiar la situación, porque es más fácil resignarse que tomar responsabilidad de todo aquello que nos pasa y poner límites o incluso separarnos de esa persona o situación.

 

«Sigues aquí, la vida continúa. Y la vida es hermosa»

 

Pero la verdad es que, más allá de todo lo que te limita, la vida te está esperando. La vida quiere que cada uno nos acerquemos el centro del escenario y nos convirtamos en los actores, los directores y la audiencia de nuestra propia existencia. La vida corre por tus venas de la misma forma que tú corres por las suyas, porque somos al mismo tiempo la totalidad de ella, pero también una de sus miles de millones de representaciones. Por tanto, la vida no podría ocurrir sin seres que la experimenten y estar vivo significa que hay una vida que merece la pena experimentar en toda su plenitud, tanto en los momentos de dicha como en aquellos en los que nos cuestionamos su sentido de tanto dolor.

Así, somos nosotros los que tenemos la responsabilidad y la libertad total de hacer el guión de nuestra propia historia. Nos guste o no, somos los que tenemos el bolígrafo en la mano y escribimos, dictando línea tras línea, nuestro presente, pasado y futuro. Esto no significa que no hayan cosas que nos sucedan que estén fuera de nuestro poder: la vida fluye y todos afectamos las vidas de otras personas. Nuestra libertad consiste en cómo actuamos frente a todo lo que nos pasa y el papel de responsabilidad que asumimos en nuestra vida.

Por tanto, si queremos una vida plena, deberíamos tomar consciencia y empezar a reflexionar sobre el tipo de vida que queremos vivir. No hay un sentido absoluto de la vida, el sentido de lo damos cada uno de nosotros. Y aunque pueda asustar al principio, nos ayudará a responsabilizarnos y a crear nuestro camino con total libertad. Algunos decidirán que el sentido de su vida es crear (historias, diseños, películas…), otros cuidar ya sea a una familia o a la sociedad en general (como médicos, enfermeras, psicólogos…). Otros irán cambiando su sentido dependiendo la etapa en la que se encuentren. Lo importante es ser fiel siempre a nuestras emociones, sentimientos y anhelos más profundos, y si nos dejamos fluir por ellos y por la vida sea donde sea que nos lleven, viviremos una aventura sin límites.