Seguro que más de unx se verá reflejada en esta situación:

Quedas con alguien para una cita, te arreglas, te pones tu mejor falda, te sientas erguida para que se noten menos los michelines, te pones tensa si entre el coqueteo te toca la barriga o la cintura y te sientes tremendamente vulnerable mientras, a la vez, haces cómo si nada. Eres plenísimamente consciente de TODOS tus complejos mientras no solo finges no tenerlos, sino que también los ocultas.

Siempre arregladísima en todas las fotos, «No, tía, desetiquétame que salgo fatal», posando desde el ángulo que sabes que te favorece. Sintiéndote genial cuando llueven los likes y sin darte cuenta de que ya no solo eres adicta a las redes sociales… Si no que también lo eres a la imagen que proyectas de ti misma ahí.

Pero es que, amigues, resulta que si abrazas esos rollitos que se hacen en tu barriga, esa papada que te alegra el rostro, esos pelillos rebeldes que estás harta de quitar, si aceptas esas estrías que surcan tus muslos y tripa como rayas de una tigresa… Podrás mostrarlas.

Mostrando mi papadota en mi cuenta de instagram (@oyirum)

Te sentirás legítima y los mostrarás al mundo porque eres tú y punto. Y quererte significa QUERERTE desde cualquier ángulo, con cualquier ropa y con la cara limpia.

Al final, lo que creíamos vulnerabilidad… No es más que nuestra mayor arma. Porque reapropiarse de los complejos es reapropiarse de tu salud mental, tiempo y dinero.

Por eso os animo a que, cuando encontréis la fuerza de reapropiaros de vuestras inseguridades, las mostréis sin pudor y que cuando os arregléis, sea verdaderamente porque os apetece y no porque es a lo que tienes acostumbrado a X persona, a tu entorno o a tus seguidores.

insta: @oyirum