Las gordas tenemos que parar de disculparnos por existir.

Ya está. No tenemos que dar explicaciones de lo que hacemos, comemos, dejamos de comer, de lo que nos gusta, de a quién metemos en la cama, de por qué esto sí y esto no. Bueno, es que no tenemos que dar explicaciones de nada. De N-A-D-A. Pero la gente, oye, sigue empeñada en que sí, en preguntar de más, en dar por hecho, en regañarnos, en asumir que pueden exigir respuestas a preguntas maleducadas. Sobrepasan límites y encima se enfadan si remarcas que lo han hecho.

Estoy gorda y no por ello te debo explicaciones. No debo pedir perdón por todo ni llenarme de culpa por mierdas que claramente no son mi culpa. Y no tengo que pedir en el restaurante algo grasiento con la boquita pequeña porque claro, estoy gorda, y debería comer solo ensalada, ¿verdad? No tengo por qué explicaros que me gusta mi novio así, como es, y que ¡vaya! yo también le gusto así, gorda. Que le saco cuatro años y 20 kilos, y está bien. Y sobre todo esto, que me da igual que no lo veáis bien, de verdad que no me importa.

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No voy a pedir perdón por usar ropa ajustada porque no te guste lo que ves. Y no voy a pedir perdón por no ser lo que tus expectativas se inventaron de mí. No voy a disculparme jamás por hacer lo que me apetece en la vida, por hacer yoga que me llena más que pesas en el gimnasio, por comer carbohidratos de los cojones por la noche. Y no voy a pedir perdón si no hago dieta, y tampoco si la hago. No voy a disculparme si te molesta mi existencia, que baile, que brille, que triunfe.

No voy a decir perdón si me siento triste y ese día no me muevo del sofá. Y qué coño, tampoco voy a pedir perdón si no me muevo del sofá sea cual sea mi estado de ánimo. No voy a disculparme por ocupar un poco de tu asiento en el avión, no es mi culpa que los hagan tan estrechos.

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No y mil veces no, no voy a pedir perdón por querer ir al médico a que me digan algo más allá de “debes adelgazar”, no voy a disculparme por querer ser mamá a pesar de los kilos de más, y tampoco voy a hacerlo si no quiero ser madre. Y no, no me quedo con la primera persona que pase por mi vida, soy gorda y, ¿sabes qué? Puedo elegir con quien estar, porque me merezco todo lo bonito, no solo lo que tú creas que me merezco. No voy a pedir perdón por nada más, y si no te gusta, pues me da absolutamente igual.

TE FALTA PERREO