‘Las oposiciones no se suspenden. Se abandonan ‘

Y así empecé a cambiar mi vida.

 

Me acababan de echar del trabajo de mis sueños . Un despido traumático. Después de 14 largos años, a la putacalle. Con malos modos. Con maldad. Y pretendía que sin rencor. Andayquetejodan.

A los dos meses me subí al carro opositor. Con dudas. Con amigas. Y con gente que decía que en las oposiciones NO HAY AMIGOS.

Algunas se quedaron en el camino. Tuve miedo de que fuese verdad… Pero otrxs nos dimos la mano y cruzamos con miedo e ilusión muchos meses duros.

Cada cual con su mochila. Hijos, trabajos, embarazos, enfermedades… En definitiva, obstáculos y mucha, mucha incertidumbre. Mucho miedo a perder el tiempo. Miedo a seguir cumpliendo años y no tener ingresos. 

MIEDO.

Y poco a poco con paso firme, avanzamos. Sacrificamos tiempo quitándoselo a nuestras familias. A nuestro ocio. A nuestra vida. Madrugábamos para después jugar con nuestros hijos. Para película, nuestra vida. Algunos dormían lo justo para funcionar. Otros funcionaban a medio gas. Todos nos sentíamos culpables en algún momento por fracasar.

Todos los días nos hundíamos y nos levantábamos. Nos pasábamos apuntes. Comentábamos artículos de la Constitución como si hablásemos de nuestra vida cotidiana. Y conseguimos interiorizar que LO ESTÁBAMOS HACIENDO BIEN. IBA A SALIR BIEN.

Como un pequeño equipo y una gran familia, llegamos juntos al primer examen. 

Temblorosos. Bromeando dar patadas en la espalda a quien se nos pusiera por delante. Lanzándonos besos al escuchar nuestros nombres. Buscando en qué lugar se ha sentado ésta o aquel. Y empezando a escribir el principio del final. Por aquello por lo que tantos meses hemos luchado y seguimos luchando.

Aprobamos.

Y el segundo examen.

Aprobamos.

Y el tercer examen.

Aprobamos.

Y todos quedamos en bolsa. Menos uno. Que se lleva una plaza.

Y es entonces cuando me acuerdo de dos cosas .

Una. De Marta. De quien me abrió esta puerta y a la que le pertenece una parte de esta aventura al igual que una parte de mi corazón.

Dos. En las oposiciones no hay amigos. Yo entré por la puerta grande, perdiendo una. Pero no sólo he hecho este complicado camino con buenxs amigxs, sino que dos han surgido de esta gran aventura. Y uno. TIENE PLAZA.

Conclusiones:

– Poned una Marta en vuestra vida #SiempreEnMiEquipo

– Rodearos de buenos amigos, porque con ellos todo se puede. Todo vale la pena. 

– No tengáis miedo de encontrar gente buena en este camino. Yo me quedo con dos. Uno ya es funcionario y a la otra se le espera.

– Lxs que tengáis dudas con opositar, SE PUEDE.

 

LADY APEGO