Tengo cinco gatos. Cinco, por vaivenes de la vida. Os invito a conocerlos un poco más aquí. Ellos son body positive, pero no solo eso, sino que podemos aprender muchas cosas relativas a la autoestima basándonos en los gatos.

Personalmente, mis gatos me han enseñado a autoaceptarme tanto como WeLoversize (os podéis imaginar lo mucho que es eso). Y os contaré lo que he descubierto:

  • Los gatos son muy suyos. Pero de verdad. Son suyos y de nadie más, por eso lo de «mis» gatos es un equivalente a decir mis amigos. Los gatos no pertenecen a nadie, y es que nadie debería pertenecer a nadie, deberíamos ser libres.
  • Les importa una mierda lo gordos, sucios o desaliñados que puedan estar. Mi gato Rudy Fernández está gordo, porque el cabrito acapara la comida húmeda y está redondo y blandito y achuchable. Me encanta observarle la tripota. Cuando se lo digo, me mira, cierra los ojos y se queda en plan the fucking boss: «¿A que sí? Mira lo que me ha costado crear esta lorza, es mi mayor obra de arte». Y le creo, por supuesto, porque todas sus lorzas son obras de arte. Y las nuestras también lo son, claro, porque nos hayamos hinchado a pizza y croquetas para conseguirlas o porque a pesar de las dietas se mantengan ahí. Nuestros. Cuerpos. Son. Putas. Obras. De. Arte.
  • Son el egoísmo hecho criatura biológica. Ellos van primero, y el resto del mundo va después. Solo he visto a un gato anteponer a otro cuando la valiente Sandy tenía a los bebés y se desvivía por ellos. Pero es que es de lógica: primero tienes que estar tú bien para poder preocuparte y ocuparte de los demás. Ya lo dice RuPaul:

  • Eat, play, sleep, repeat. Es muy importante mantener unas rutinas básicas para tener una mente en calma, porque la mente eres tú, y debes cuidar de ella. Ya puede estar el resto del mundo ardiendo, que ahora el gato tiene que limpiarse el flanco derecho y es de idiotas molestarlo.
  • Pero la curiosidad te mantiene vivo. No es cierto eso de que la curiosidad mató al gato, en realidad el proverbio se decía así: «Curiosity killed the cat, but satisfaction brought it back» (que viene a ser que la curiosidad mató al gato, pero la satisfacción lo trajo de vuelta, lo revivió). Es decir, que el saber le dio razones para vivir (dejad que me tome licencias poéticas). Mi gato Vicky el Vikingo es el explorador de la squad, le encanta ver lugares nuevos. Y es que la curiosidad, las cosas nuevas, aprender, descubrir y pasarlo bien nos dan alas, nos hacen ser felices, y eso es lo que tenemos que ser.
  • Los gatos son hermosos. Y lo saben. Y desgraciado de aquel que sea capaz de intentar negárselo. Todo gato sabe lo precioso que es, la belleza hecha criatura viva. Mi gato Jack Sparrow es totalmente negro y fascinante en cada uno de sus movimientos, y cuando se sienta como una escultura se nota lo elegante que sabe que es. Cada uno de los gatos es fantástico y lo sabe, y las personas deberíamos ser conscientes de nosotros mismos, porque todos somos bellísimos a nuestra manera (aunque no podamos tener esos ojazos amarillo brillante).

  • Los gatos comparten su tiempo cuanto quieren y solo si quieren. Puedes sentirte especial si un gato decide compartir su vida contigo, porque para ellos, ellos mismos son muy especiales y están siendo ultrabenévolos por hacerte ese favor. Así que tenemos que aplicárnoslo y darnos cuenta de que también somos muy especiales y ninguna otra persona nos está haciendo un favor por pasar tiempo con nosotros. Persona, ¿eh? Los gatos sí.
  • Los gatos nunca, pero nunca se infravalorarán. Relacionado con lo anterior, ellos saben cuánto valen, lo mucho que molan y si sienten su tremenda dignidad ligeramente ofendida se largarán o pegarán zarpazo. Porque nadie se atreve a hacerlos de menos, y esa debería ser también nuestra actitud por la vida. Valemos un montón, ¿por qué nos despreciamos? No pude hacérselo entender a mi querida gata Katrina (aka Misifú). Ahora yo tampoco lo entiendo.

En definitiva, los gatos se quieren mucho. Y ya si eso aprecian al resto de criaturas con las que comparten espacio. Y nosotros deberíamos aprender de ellos y querernos mucho, porque los gatos además de preciosos son muy sabios y saben lo que hacen. Preguntad a cualquier gato y os lo confirmará.

 

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