Si algo he aprendido de todas las comedias románticas y películas de Disney que he visto desde que tengo uso de razón y, sobre todo, de mis numerosas –y a menudo ridículas– experiencias amorosas es que, a pesar de lo que nos han hecho creer, no existe un decálogo para las relaciones. Mis padres me enseñaron que el amor en el más amplio sentido de la palabra, es decir, a un amigo, a una pareja o a un familiar, se basa en el respeto mutuo. El sexo, la sinceridad absoluta o la ausencia de discusiones son factores más sobrevalorados que un Gin Tonic.

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¿Entonces en qué consiste una relación perfecta? He visto caer romances que a mis ojos eran idílicos y siguen al pie del cañón parejas que a mi parecer son totalmente disfuncionales, por lo que deduzco que el amor, como la belleza, es totalmente subjetivo. Si bien no puedo definir con total precisión los cimientos de una relación ideal, si que voy a desmentir los falsos mandamientos de la misma.

  1. Amarás con total devoción a su familia y amigos.

Está genial tener unos suegros maravillosos o que los amigos de tu pareja acaben convirtiéndose en los tuyos, pero no hace falta tirarse de los pelos si eso no llega a ocurrir nunca.

Si no soportas a tu cuñado o su mejor amiga te mira mal cada vez que os cruzáis no barras el problema bajo la alfombra, cuéntaselo a tu pareja porque al fin y al cabo has decidido compartir tu vida con él y no con su círculo. Obviamente no debes exigirle que deje de lado a los suyos, esa sería una actitud egoísta e infantil, simplemente explícale cómo te hace sentir la situación. Si se soluciona bien y si no, torres más altas han caído. Asume que nunca serás amiguísima de la muerte de esa persona, activa el modo silenciar y mantén la compostura y la educación, ante todo somos personas.

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  1. No discutirás.

Estamos acostumbrados a guardar la mierda en un cajón con tal de no pelear y olvidamos que al final todo exceso vuelve, el cajón se ve desbordado y acaban saliendo a la luz cosas de hace meses que ya han perdido completamente el sentido. Una discusión a tiempo habría evitado esta situación y puestos a elegir es mejor quedarnos con el mal menor. Las broncas no suponen el fin de una relación e incluso pueden mejorarla. No tengas miedo a hablar, a expresar tus emociones o a intentar resolver esas dificultades que tanto te irritan.

¿Cuándo es demasiado? Si tu relación se ve inmersa en discusiones recurrentes, faltas de respeto, gritos constantes, acusaciones irracionales o una negatividad incesante, es momento de reconsiderar si merece la pena tolerar algo así.

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  1. Compartirás todos sus gustos, creencias y aficiones.

Está genial compartir ciertos hobbies con tu pareja e incluso es agradable tener opiniones en común, pero sería muy aburrido pasar toda la vida con alguien idéntico a nosotros. Tener aficiones únicas y propias no solo permite que disfrutes de cierto tiempo para mimarte  –algo necesario en toda relación–, sino que también da pie al desarrollo de tu faceta de profesor, enseñar a tu pareja el placer de tus placeres puede ser muy satisfactorio.

Si tu ligue es coleccionista de sellos y a ti eso te interesa lo mismo que un pepino volador no te frustres, ya encontraréis otra cosa en común. El cine, ver series de televisión, cocinar, practicar o ver algún deporte, el senderismo, los videojuegos, etc. Lo realmente importante es que disfrutes cuando estás con esa persona al margen de lo que estéis haciendo.

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  1. Le contarás toda la verdad y nada más que la verdad.

No me malinterpretes, no está bien mentir, pero tampoco es necesario que le cuentes a tu pareja todas las posturas sexuales que probaste con tu ex, el ranking de famosos que te follarías o el tamaño de la polla de tus antiguos follamigos, especialmente cuando no te ha preguntado. En estos casos la respuesta es tan sencilla como «prefiero no contestar a eso».

También incluyo en este mandamiento esas relaciones donde no hay cabida para los secretos, y ya no hablo de los personales sino de los de los amigos. Entiendo que valores la sinceridad como si de un iPhone se trátese, pero si un amigo te ha contado en petit comité que le han pegado hongos no veo por qué tu pareja lo tiene que saber también.

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  1. No fantasearás con otros.

Conozco personas que entran en cólera cuando su pareja confiesa abiertamente que ve porno o que montan un pollo colosal si su ligue comenta que X famoso es guapo. Considerar atractivo a alguien que no es tu pareja o disfrutar recreando mentalmente tus fantasias sexuales es sano así que deja de sentirte culpable al hacerlo.

¿Si fantaseo con otros es porque quiero estar con alguien más? ¿Si ve porno es porque no le satisfago y lo busca en otros lugares? ¿Se ha acabado el amor? No, no y no. Simplemente es una forma de experimentar variedad mejorando la salud de nuestra sexualidad. Las fantasías con otros, siempre que no se lleven a término, tienen un papel muy valioso en nuestra relación ya que aumentan la excitación, cosa que puedes utilizar a tu favor.

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  1. Santificarás los aniversarios.

En el vasto mercadillo del amor hay romances para todos los gustos, y es que hay relaciones en las que se celebran hasta los ¿mes-aniversarios? y otras donde las fechas concretas carecen de valor. También te puedes encontrar con personas que tienen marcado en su calendario mental el día del primer beso, la primera cita, el primer abrazo y la primera cena, mientras que otras no recuerdan ni los cumpleaños. En vez de medir el amor que tu pareja siente hacia ti en base a algo tan simple, pregúntate si te hace feliz el resto de días del año.

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  1. Amarás a tu pareja sobre todas las cosas.

Cuando alguien me hace elegir entre mi mejor amiga y mi novio inevitablemente me viene a la mente la típica pregunta de «¿a quién quieres más, a mamá o a papá?» pero en versión adulta. Soy una romántica empedernida y a mucha honra, pero me resulta imposible escoger entre mi pareja y mis amigos o mis padres –lo único que sé seguro es que por encima de todos ellos están mis gatos–. ¿Tan difícil es entender que son distintas formas de querer?

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  1. Sentirás celos pero en su justa medida.

Cada vez que alguien dice que para que una relación funcione es necesario que existan celos no puedo evitar citar a Ojete Calor: «Frases de 0, 60, tengo para ti todas las que quieras. ¡0, 60!, ¡un euro!, no valen más que eso. Cosas que ya habías oído, cosas básicas, obviedades, frases que acaban en ¡tía! Dale un bofetón a quien las diga.»

Si eres una persona nada celosa o, por el contrario, muy celosa pero sabes controlarlo de tal forma que no te afecta ni a ti ni a tu relación, vas por el buen camino. Oídos sordos a esos consejeros de pareja que se sacaron el máster sobre relaciones haciendo tests de la Súper Pop.

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  1. Follarás todos los días.

Algunas personas miden el éxito de su relación en base al número de polvos que echan a la semana –yo creo que hacen una porra a primeros de mes con los amigos y el que más folla se lleva un jamón–. Una relación que gira en torno al sexo y considera el folleteo como una una obligación, está abocada al fracaso.

Es inevitable preocuparnos cuando hay falta de merengue, pero no podemos olvidar que existen numerosos motivos para estar inactivos sexualmente y no todos son síntoma de un problema en la relación. A veces la intimidad pesa más que la sexualidad y dormir abrazados puede ser más satisfactorio que un polvo de compromiso, aunque nadie alardee de ello delante de los colegas.

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  1. No te separarás de tu pareja ni para cagar.

El hecho de tener una relación no implica la obligación de pasar con tu pareja las veinticuatro horas del día. No te sientas culpable por dedicar algo de tiempo a tus aficiones, amistades o simplemente a relajarte, no vives por y para esa persona. El compromiso se construye respetando el espacio personal mutuo y sin duda es más sano compartir vuestro tiempo porque queréis en vez de porque lo consideréis una responsabilidad.

Las relaciones perfectas son utópicas pues el amor, como las personas, tiene maravillosas virtudes y extraordinarios defectos.