Existe un momento en la vida de todos en el que los astros se alinean, y aunque te entre el mismísimo Harrison Ford disfrazado de Indiana Jones te toca joderte y aguantarte porque estás en modo ameba sexual, hibernando, manta–peli y nada más. Te estás preparando un chocolate con churros cuando de repente llega el drama, LA CONVERSACIÓN.

– ¿Qué pasa, ya no te pongo?

– Que sí que me pones, pero hoy no me apetece.

– He engordado, es por eso, seguro.

– Pero si estás igual de pivón que siempre.

– Es por el grano que me ha salido, parezco un unicornio.

– A ver, el grano ese lo tenías ayer y me pusiste el pussy como un jacuzzi/el rabo para cascar nueces.

*Lágrimas*

*Platos contra la pared*

*Jumanji*

Te has comido una bronca cuando solo querías comerte la despensa.

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METstiD

Amigos, hay muchos motivos para no querer darle al mambo. Obviamente algunos pueden ser síntoma de un problema en la pareja, pero en este post nos vamos a centrar en los otros, en esos días en los que no hay dios que levante tu libido.

  • Me gusta el queso pero a veces me apetece chocolate.

Follar está muy bien, todos coincidimos en eso, pero hay días en los que simplemente te apetece otra cosa. Estás divinamente en la cama tapado hasta las cejas y con el móvil haciéndote compañía, probablemente leyendo WeLoverSize. Llega tu churri y empieza a hacerte la cucharita romántica pero tú sabes bien lo que quiere. No es que no te ponga, es que tienes el modo guarro off y no pasa nada por eso.

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  • Mi día de mierda.

Llegas a casa cagándote en tu jefe, en los niños repelentes que estaban sentados detrás de ti en el autobús, en la cajera borde que no tenía cambio de cinco euros y en el guarro que no limpió la mierda que su perro ha dejado en tu portal. Esa tirria cala muy dentro, y para estar pensando en tu mierda de día mientras echas un polvo mejor te quedas publicando en Facebook lo mucho que odias la vida.

  • Follar con la regla o no follar, esa es la cuestión.

Hay quien dice que follar con la regla es lo más de lo más, que los mejores guerreros son los que se manchan la espada de sangre y que los mejores piratas navegan por el mar rojo. Hay quien dice que AGGGGGGGGH y que para ver una matanza se quedan en el pueblo o se ponen un capítulo de Juego de Tronos. Me declaro imparcial, pero una cosa quiero decir a los hombres del mundo: a veces los ovarios nos castigan y declaran una guerra civil en nuestro útero, y lo último que apetece en ese momento es darle caña a la castaña.

  • Cuando toda la magia se queda en Hogwarts

Tras mil encuentros sexuales hemos aprendido que el sexo no es como el porno. Tienes todos los ingredientes, un pene, una vagina, un condón (protección siempre) y ganas de hacerlo, pero la cosa no cuaja. Que no entra, que se sale, que si va a llegar alguien, que si ay que me haces daño, que si qué hace ese dedo ahí, que casi mejor paramos. Escogisteis un mal día para echar un polvo, y para acabar fingiendo mejor apuntaos a un curso de teatro.

  • El autosabotaje

Tienes tantas ganas que al final la acabas cagando. Realmente te impone lo que tienes delante, te impone su inteligencia, te impone su sentido del humor, te impone su carácter, te impone su cuerpo, te impone tanto que al final no te pones. Empiezas a pensar que no vas a saber qué hacer y el overthinking se transforma en un poco–fucking. Cuando tus amigos te dicen que en el sexo tienes que dejarte llevar saben de lo que hablan, y es que a final pasa como en los exámenes, que a más vueltas le des más negro lo vas a ver.

detumesceHQ

La vida sexual es como una máquina expendedora, en tu mano está elegir si quieres la Coca Cola normal, light o zero.