Los discos desmaquillantes que me abrieron los ojos.

 

Después de un verano ajetreado con citas Tinder fallidas (también las hubo disfrutonas, pero si hago media de todas… pues da pena, la verdad), estando en el bar de unas amigas tomando algo, “conocí” a Miguel.

Miguel era amigo de la pareja de mi amiga  (para poneros en contexto, no era un “total desconocido”). De hecho paraba en el bar a tomar café prácticamente todos los días al volver de su trabajo. Y otras veces alternaba de cerveceo por allí.

Pues bien, aunque nos habíamos visto o cruzado más veces, ese día Miguel debió de fijarse en mí. Porque horas más tarde, me mandó una petición de amistad al Instagram, y empezamos a hablar.

Me contó a qué se dedicaba, lo que había luchado por montar su propia empresa, que no tenía padres y eso le hizo madurar muy pronto, lo buen padre que era de sus dos hijos (el niño 15 años, y la niña 11), y lo mala que era su ex, y todo lo que le había robado. 

*****Esto daría para escribir una trilogía, pero hoy vengo a contaros otra cosa*****

Pues bien, yo le cuento un poco mi situación. He sufrido muchísimo en mi anterior relación por infidelidades, desconfianzas bla bla bla, y estoy en un punto donde disfruto de mi soltería, de conocerme a mí misma y de dedicarme tiempo. NO BUSCO NADA SERIO MIGUELITO CARIÑO. Pero bienvenido sea el uso y disfrute de este cuerpo, claro que sí.

Así que Miguel me convenció (no le costó mucho) para tener una cita oficial, y conocernos.

Estuvimos muy bien, tomando unas cañas y hablando de todo. Me gustó, le gusté y quedamos en vernos otro día. Nos despedimos con dos besos y cada uno para su casa.

Con el paso de los días nos fuimos conociendo más y mejor. Algún día me decía de quedarme en su preciosa casa (casa con 3 plantas y 4 baños: quedaros con este dato por favor), otros venía a la mía y así fue pasando el tiempo. Pero algo no me dejaba abrirme del todo. No sabía si era mi desconfianza, o que él no me terminaba de convencer.

Conoció a mi mejor amiga, a la que escribía para decirle que qué podía regalarme, que cuanto le gustaba, que me hablase bien de él, que qué me pasaba y por qué iba con el freno de mano puesto con él… y un largo etc para que fuese su compinche en “mi conquista”.

Mi amiga, que todo hay que decirlo, es la mejor amiga del mundo mundial (si lees esto, te quiero chochito mío), se fue ablandando y pasó a decirme que me dejase querer, que me tocaba ya por fin un hombre así, maduro, estable y que me mimase.

Pues bueno, decidí “formalizar” esa relación, y en Navidad, nos dimos los regalos de Reyes, pasamos las fiestas juntos, con cenas y comidas especiales en su casa, vamos, todo guay.

Esa noche, como tantas otras, me quedaba  allí a dormir. Y como tantas otras, volvía a no encontrar mi cepillo rosa de dientes… 

  • Miguel, ¿mi cepillo?
  • Lo habrá tirado Romina , ya sabes que todo lo tira .

(Romina era la mujer que limpiaba la casa)

  • Joder, qué manía con tirarlo todo. Parece que le molestan mis cosas, porque tampoco encuentro mi neceser.

Pues así varias veces. Yo pensé que esa señora era la típica que le había “adoptado” como hijo, y había activado el Modo Protectora ,y no quería que una mujer fuese dejando sus cosas poco a poco. Porque todas sabemos que se empieza por el cepillo y luego viene lo demás.

Pero ese día fue distinto.

Después de Miguel darme otro cepillo, de tantos que tenía sin abrir (Jenni, ¿En serio tía? ¿Eso no te hizo mosquearte? Pues no.), me dispuse a empezar mi ritual de desmaquillarme antes de irme a la cama.

ACLARACIÓN: ¿Soy de las mujeres más vagas del mundo? Sí, soy. Me desmaquillo sólo con toallitas… SIEMPRE me ha dado pereza eso de los discos desmaquillantes, tónicos, agua micelar, nuclear o la madre que lo parió.

Pues lo dicho, me dispongo a desmaquillarme con la toallita, y al ir a tirarla en la papelera del baño, me encuentro con que dentro hay 2/3 discos desmaquillantes con rímel.

¿WTF?

En cuanto los vi, flipé. 

Jenni, tranquila, me dije a mí misma. No salgas del baño como una fiera, porque esto merece ser gestionado de otra manera. 

Llegué a preguntarme si los había usado en esa semana , pero a quién quería engañar, jamás lo hice, de hecho jamás en mis 33 años me los he llegado ni a comprar.

¿Os acordáis que antes os hablé de las plantas que tenía su casa? Pues no era para fardar, sino para explicaros esto:

En la primera planta había un baño, en la segunda, donde se encontraban las habitaciones de sus hijos, había dos, y en la tercera, dentro de su habitación, había otro, el típico baño suite.

Vale, pues salgo del baño. Él ya estaba tumbado y le digo:

  • Oye Miguel, ¿En este baño se desmaquillan muchas mujeres?
  • Pues ya sabes que no. Solo tú. ¿A qué viene esa pregunta?
  • Ah, es que en la papelera hay unos discos desmaquillantes con rímel… y no son míos porque yo no tengo.

 

(CARA DE MIGUEL DE POKER O DE GILIPOLLAS, AÚN NO LO TENGO CLARO. PUEDE QUE DE LAS DOS A LA VEZ)

 

  • Pues… pues.. habrá sido la niña ¡Claro!

(CARA DE ALIVIO, PENSANDO QUE HABÍA SALIDO AIROSO DE AQUELLO. MENUDO ESCOMBRO DE TIO…)

  • ¿Tu hija? ¿Con 11 años?
  • Siiii, habrá usado ya el maletín ese que le regalé por Papá Noel de Dior.
  • Jajajajajajajajajaajajajajaaja y JA!

¿Pero tú que pasa que crees que yo soy tonta?  Que tu hija teniendo SU PUT* BAÑO PROPIO AL LADO DE SU HABITACIÓN, ¿Va a usar el tuyo que está en un piso diferente, y dentro de tu habitación?

Voy a ahorrarme las barbaridades que le dije. Intenté que viera que estaba quedando fatal y haciendo el ridículo con esa excusa mala,  que una niña de 11 años no se maquillaría solo las pestañas, estaría como un payasín con los ojos azules, el morrito  rosa… etc.

No me dolió tanto la traición, sino el hecho de que fue él quien quiso que yo “soltase el freno de mano”, fue él quien hablaba a mi mejor amiga para ganar puntos, fue él siempre el más entregado de los dos…

Después de eso, entendí por qué mi cepillo y mi neceser desaparecían. Lo tiraba y escondía para que la otra no supiera de mi existencia, claro. 

A día de hoy no sé quién de las dos era “LA OTRA”, o si como alguna amiga me llegó a decir… si de verdad había otra, o lo de la hija era verdad.

Yo ante la duda… salí de allí pitando.

Bastante había pasado ya.

 

¿Vosotras qué hubieseis pensado? 

 

@Jenn_art3