Una de las realidades de ser una mujer que se está quedando calva es enfrentarte a las miradas indiscretas de la gente con la que interactúas. Llega hasta tal punto que hasta te planteas colocarte un escote kilométrico a ver si así, aunque no sea el escenario ideal, por un momento les atraes a ese punto y dejan de quedarse estrábicos mirando hacia arriba. Te dan ganas de gritarles “los ojos en el escote, no en la calva”.

Todas conocemos la famosa regla de los 3 segundos: si lo que vas a decir sobre el físico de alguien no es algo que pueda cambiar en los próximos 3 segundos, pues entonces no lo digas porque a nadie le importa lo que opines. Sin embargo, como el tema de la calvicie femenina aún es bastante tabú y despierta bastante lástima, nadie la reconoce muy abiertamente ni se atreve a colocar una norma respecto a las miraditas. Así que ahí va, me la voy a inventar yo: la regla del eclipse.

¿Qué de qué va? Súper fácil ¿Sabes que siempre te dicen que no mires directamente a un eclipse porque te puedes quedar ciego? Pues con las calvas, vamos a extender lo mismo: si las miras directamente, puede que te caiga un cabezazo y te quedes ciega.

¿En qué momento de la vida se empezó a tolerar que la gente se quede mirando fijamente? Pues resulta que en NINGUNO.

Yo soy de las que cuando se me quedan mirando mantengo la mirada, salvo que se trate de una banda de seres que me asusten (que tampoco es muy difícil eso). Sin embargo, como la calvicie femenina está tan, tan, tan, tan poquito a la orden del día, a pesar de ser hiper común, pues no queremos poner de manifiesto que la tenemos y que nos damos cuenta de ello. Así que aguantamos el vaivén de miradas de la cabeza a los ojos, a los labios, a la cabeza de nuevo, como si fueran un perro de los que salen en las pelis en el salpicadero de los coches americanos moviendo el cabolo. Yo digo BASTA.

Que ya sabemos que estamos calvas. Sí. Que es una putada, claro como que el mundo se ha diseñado para tener pelo, pero que ya está. Que las hay mayores y menores y está es una más. Podemos ponernos pelucas, pañuelos o llevarlas al aire. Podemos disimularla, hablar abiertamente de ella, ponerle nombre o sudar.  Las hay a las que les queda de lujo, las hay que parecemos una patata. Podemos probar todos los inventos crecepelos del mundo o podemos darnos por satisfechas con nuestras calvas. Es nuestra decisión.

La cosa está en que no es un fenómeno tan extraordinario, que cuando eres mujer y te estás quedando calva, no cambia de color, ni brilla, ni tiene el número de la lotería escrito en los folículos así que ¿qué carajo miráis? ¿Queréis ver a mujeres calvas? ¿Quedaros mirándolas hasta la saciedad? Raparos, hablad con Vogue y que me llame para hacer una portada o cogedla foto de Bruce Willis y le ponéis máscara de pestañas, pero dejadnos en paz.

Chica, tú, sí, tú. La que me lee y se está quedando calva (si no lo estás ya). Te voy a pedir que pongas en práctica estos pasos, es un pequeño experimento que estoy segura que hará que sueltes alguna carcajada:

1) Mírate al espejo y comprueba si sigues teniendo algún pelo parado en tu cabeza.

2) Dale la enhorabuena por mantenerse un día más a tu lado.

3) Sonríete, aunque sea súper de mentira y sal a la calle.

4) A la próxima persona que detectes que te mira arriba, detén la conversación y empieza a temblar.

5) Acércate muy lentamente a esa persona y pregúntale si se te ha vuelto a olvidar encerrar a tu tarántula en su terrario y si la tienes sobre la cabeza.

6) Escríbeme a @tengoquenayque y cuéntamelo.

A esto lo llamaremos el #tarantulachallenge

Si te estás quedando calva, date tu espacio para reconciliarte con ello. Vive tu calva, del grado que sea, como tú buenamente quieras. No te ciñas a lo que conoces, esto es, avergonzarte de ella, disimularla como si no existiera. Vívela. Si quieres ponerte un moño, no lavarte el pelo un día, ponerte un gorro en invierno, ponerte el pelo como lamido por una vaca o raparte, hazlo. Con la tranquilidad de que lo que a ti te pasa le pasa a tantas otras, pero como tú lo vivas es solo cosa tuya. Solo cosa tuya.