Todas hemos tenido un novio celoso ¿A que sí? Al menos una vez en la vida, y supongo que me tocó mi turno.

En mi defensa, no siempre fue así. Cuando comenzamos a andar juntos era un tío normal, no vi los red flags por absolutamente ninguna parte. Las infames banderitas rojas comenzaron a aparecer unos meses atrás, cuando comencé en mi actual trabajo, donde, por tratarse de relaciones públicas, estoy contractualmente obligada a verme de 10. Siempre en zapatos de tacón, maquillaje impecable, y sin un cabello fuera de lugar. La verdad yo me siento muy cómoda así, nunca antes fui tan coqueta, pero hacerlo más que por vanidad, por una buena pasta, me sienta bastante bien. 

Hombre inseguro al fin, lejos de entender que el cambio en mi apariencia era un requerimiento de mi trabajo, comenzó a ponerse suspicaz. “¿Para quién te arreglas tanto? Has cambiado.” Y otras sandeces más. Siendo la novia comprensiva y paciente que soy (o que era), le expliqué hasta el cansancio la situación: tengo que verme bien porque literalmente, mi trabajo es representar a una empresa en fiestas y eventos. 

Después de más conversaciones de las que llegué a contar, me dio la impresión de que por fin había entendido, y de que ya todo estaba bien.

Pero como les dije al principio, es un tío inseguro y todo se comenzó a ir a la mierda otra vez cuando en mi trabajo me pidieron ser parte de una comisión internacional. Bueno, sería más justo decir que todo se fue a la mierda cuando acepté y dije que sí. La idea me recontra emociona: conocer otro país, otro continente, nuevas personas, crecer como profesional.

A quien no le emocionó nada el viaje fue a él, y aunque sabía que era inseguro, me sorprendió su reacción.

Al principio sólo alegó sentirse “incómodo” con que hiciera ese viaje ya que según él en mi trabajo me sexualizan y “sabrá Dios que te quieren hacer allí”.  Un poco dramático el tío.

Soy del tipo de persona que evita discutir siempre que puede y más aún por causas perdidas como esa, así que no le dije nada más al respecto, y simplemente seguí planeando mi viaje con todo el entusiasmo del mundo.  Cuando notó que no le había prestado nadita de atención, y me preguntó por el viaje, le reafirmé que en efecto iba, su respuesta seca y escueta fue: “si vas, terminamos”.

No me esperaba tal nivel de… ¿Agresividad? ¿Determinación?

Al principio, cuando no era tan tajante, realmente creía que sus celos eran una forma de protegerme, que era su lenguaje de amor y hasta lo encontraba encantador. Ya ni de coña.

Mi respuesta, tan clara y directa como la suya, fue que con o sin viaje, mejor y lo dejábamos igual, ya que los chantajea no iban conmigo.

Él se quedó boquiabierto, y yo les escribo esto desde mi asiento en clase ejecutiva, en mi primer viaje a Asia.

Dane C