Solo los valientes toman decisiones difíciles, o al menos eso dicen. Porque yo, desde luego me siento de todo  menos valiente, aunque también digan que, a los valientes, les pasan cosas buenas. Yo, sinceramente, no creo que  sea de valientes, tener que decirle adiós a lapersona, simplemente porque no es el momento, porque la vida es así  de perra y a veces nos pone en el camino a personas que no esperamos que nos haga BOOM y se convirtió en  CHOCAPIC en la cara, pero que tenemos que dejar marchar, para que los posos que queden sean los bonitos. Y  cuando digo la persona, digo el hombre que entra en un bar contigo mientras suena Azúcar Moreno,  YLACANTACONTIGO.  

Mi abuela decía que pena era tener coño y no tener faena, y yo tengo pena, por el coño, por la no faena y por la despedida. He de reconocer que no lo habría hecho nunca de no haber estado bajo los efectos del alcohol, que,  desafortunadamente, es lo único que empodera para estas cosas. Que nadie me venga a decir que para qué tomo  decisiones que no quiero tomar, cuando todo el mundo sabe, que hay veces que no hay más salida. Aunque duela,  aunque te quieras arrancar el corazón, porque mejor hacerte daño tú misma, a que venga alguien y te rompa el  corazón en mil cachitos. 

Sabemos perfectamente cuando nos estamos exponiendo, cuando existe un riesgo alto, cuando nos pueden hacer  daño. Habrá gente a la que le cueste más, otras menos, pero saberse, se sabe. Como diría Santa Paquita Salas: que  algo me siente mal, no significa que no tenga que hacerlo.

Así que está un poco en mano de cada uno como  gestionar la situación. Somos dueñas de nuestra vida, de nuestras decisiones y, sobre todo, sobre todo, de nuestro  bienestar, y solo nosotras, podemos tomar el control de nuestras vidas. Nadie más, y nadie menos. Yo le he  dejado ir, o, mejor dicho, me he ido, pero sin hacer ghosting, eso está feo, y he cerrado la puerta al salir, muy en  contra de mi voluntad, pero muy a favor de mi salud mental, y del alma. Y por la misma razón, debería  desinstalarme Tinder y quizás incluso, prenderle fuego a mi teléfono.  

Tan ricamente me lo instalé para ver cómo estaba el mercado, y el zasca que me llevé se escuchó en Pekín. Porque  yo lo que quería era un salseo, un calentón, unas risas, unos vinos y un hastaluegomaricarmen, que yo estoy muy a  gustito sola. Y Belinda Washington con sus 5 deditos, me representa lo que más en el mundo. Bueno, me  representaba, porque ahora no me hace ni una mijina de gracia, porque el match fue de verdad de verdad, de eso  que Tinder no hace de Facebook, que hace de Tinder de verdad. De esas cosas que salen en todas las películas  románticas del catálogo de Netflix, sobre todo ahora, en navidá.

De momento, me voy a bajar al supermercado a por unas botellas de Aperol, he visto que regalan tiritas para el  alma por la compra. Pegaré un trago por cada película sugerida por cualquiera de las plataformas que tengo para  no aburrirme que me represente, pero cuyo final no es el mío. Sí, a lo mejor no soy reina, pero soy reina de la vida. 

Paula May