Ayuda. Estoy hecha un lío.

La culpa es de mi cuerpo y de mi mente, que han decido ir cada uno por su lado y no consigo que se pongan de acuerdo. Y tengo un problemón, porque… Me he enamorado de un chico que no me pone y obsesionado con otro que me cae fatal. Ya, ya, yo también me siento gilipollas. Pero no por ello soy capaz de deshacerlo o de llevarlo mejor. Por mucho que lo intente, el lío sigue ahí.

Tengo el corazón latiendo por uno, y la pepita dando palmas por el otro. Y, aunque escriba desde el humor, empieza a afectarme de verdad. Yo quiero decidirme por uno de estos dos chicos y olvidarme del otro. Lo tengo muy claro, además. Quiero olvidarme del objeto de mi malsana obsesión, él no me hace bien. Lo sé, pero mi cuerpo no lo comprende, por eso me manda señales todo el maldito día.

Porque el tío por el que mi cuerpo suspira es un imbécil de tomo y lomo al que no soporto desde el minuto uno. No necesité más que unos segundos para saber que es un gilipollas integral. Un perdonavidas, un sobrao maleducado que no es más que una pose ensayada y dos frases ingeniosas. Pero trabaja en mi empresa. Lo veo a diario, a todas las putas horas. Y tengo la sensación de que el tipo sabe lo que me provoca. Y de que se regodea, de que me habla, me mira e interactúa todo el rato desde el pleno conocimiento de que le daría mis bragas en ofrenda cada mañana nada más verle el careto ese suyo de empotrador nato.

 

Pero mi cerebro y mi corazón saben que no debemos ceder. Luchan cada día contra mis hormonas o lo que sea que tira de mis ojos hacia él continuamente. Si es que hasta mi nariz le siente venir, que parece que todo el maldito edificio huele a él cuando entra y sale. Dios, cómo lo odio. Es que me cae mal mal mal. Y parece que, cuanto peor me cae, cuanto más nerviosa me pone con sus gilipolleces, más quiero que me haga lo que le de la gana. Joder.

Y luego está ÉL. El chico que me pone el corazón contento y calentito. Esa persona con la que no tengo nada más que algunas citas, con la que no he hablado de futuro ni mucho menos.

No hay planes ni etiquetas. Sin embargo, le tengo presente en todo momento. Sonrío solo con mentarlo. Podría hablaros durante días de él, de su personalidad, de lo que me hace sentir y de cómo me gusta la chica que soy cuando estoy a su lado. Me muero por charlar con él, por verlo y pasear de la mano. Vive en mis pensamientos. Aunque ninguno de ellos es de tipo sexual. No sé qué me pasa. Con él todo es… ternura. Pasarme la tarde viendo una peli con él en mi sofá sería un planazo perfecto. Y ya estaría. Terminaríamos esa peli. Podríamos cenar después. Y mi cuerpo no querría nada más que acurrucarse con él, con la seguridad y la serenidad que trasmite. No enciende ni una llamita dentro de mí.

 

Sé que suena a cliché y que resulta más que obvio lo que debo hacer, pero admito sugerencias, consejos y experiencias de quien haya pasado por algo similar. ¿Solucionará algo que me quite las ganas con el imbécil? ¿Se puede forzar la chispa con quien me despierta todo, menos las ganas de arrancarle la ropa?

 

Anónimo

 

Envíanos tus rayadas a [email protected]

 

Imagen destacada