Me quedé embarazada usando DIU y esta es mi historia

 

A los veinticinco años yo aún no sabía si quería tener hijos. Algunos días creía firmemente que no, pero otros tenía mis dudas. De lo que sí que estaba segura era de que en ese momento no los quería. Llevaba un tiempo con mi pareja, estábamos muy bien y acabábamos de irnos a vivir juntos, aunque ganábamos lo justo para pagar el alquiler y las facturas. Desde luego que no era el momento de plantearse aumentar la familia.

Por eso, porque estaba cansada de los condones y porque la píldora me sentaba fatal, decidí probar con el DIU. Por lo que sabía, en condiciones normales la colocación del dispositivo intrauterino es de lo más sencilla. Sin embargo, no lo fue en mi caso.

La ginecóloga que me atendió me dijo que mi útero no tenía una posición fácil y que yo no estaba colaborando nada. Me lastimó durante los varios intentos que tuvo que hacer e incluso amagó con desistir. Finalmente, fue capaz de ponerlo, aunque no sin perder la oportunidad de culparme a mí y a mi cuerpo de la extrema dificultad que había entrañado el procedimiento.

En fin, tomé nota de no volver a su consulta y me volví a mi casa deseando que el sufrimiento hubiera merecido la pena. No pensé que pudiera haber alguna complicación.

Ni tampoco se me ocurrió pensar que aquella regla tan cortita que tuve un par de meses después no era normal.

 

Me quedé embarazada usando DIU y esta es mi historia

 

Así que, para cuando me alarmé y acudí de nuevo al médico, estaba embarazada de trece semanas. No había forma de saberlo con seguridad, pero era muy probable que el anticonceptivo hubiera fallado porque se había quedado mal colocado.

Me tocó superar el shock, aceptar lo que se venía y hacerme a la idea de que había sucedido justo lo que pretendía evitar por medio de un artefacto que, no solo no había cumplido su cometido, sino que ahora amenazaba la vida del bebé. Debido a la morfología de mi útero rarito, a la mala suerte o a lo que fuese, tratar de extraer el DIU era aun más peligroso que dejarlo dentro.

O sea que estaba embarazada y muy asustada, porque los médicos no dejaban de informarme sobre los riesgos de un embarazo en mis circunstancias.

Hablaban de aborto, de sepsis, de parto prematuro y otras cosas que no sabía si quería escuchar, yo no podía hacer nada para evitarlas.

Fueron los meses más tensos de mi vida hasta entonces, pero todo terminó cuando mi hijo nació en la semana treinta y uno. Por fortuna, sin más complicaciones que las propias de un bebé prematuro y que no tuvieron más consecuencias que la larga estancia en el hospital hasta que fue seguro llevárnoslo a casa.

Obviamente, lo que me pasó a mí no sucede a menudo. Pero es importante recordar que el DIU, como cualquier otro método anticonceptivo, no es efectivo al 100 %. Hay que hacer las revisiones pertinentes para asegurarse de que está como debe. Y conviene estar atenta a las señales o los cambios que podamos sentir mientras lo usemos. Por si acaso.

 

Ainhoa

 

Envíanos tu historia a [email protected]