Yo no sé si os pasará como a mi, pero mi mente siempre va a mil por hora. Y aunque tiene sus cosas buenas, tiene otras que son muy malas. Como es la dificultad para desconectar y dejar de dar vueltas a lo que me preocupa. Y cuando eso se junta con una crisis existencial, la combinación es de traca. Por eso, mi psicóloga, temiendo que entrara en autodestrucción, me recomendó realizar ejercicios de Mindfullness.

Y como ya sabéis que soy muy fan de los MOOCS, me dispuse a buscar algún curso que me ayudara en este propósito. Por suerte encontré un curso que además tenía un app para seguir una rutina de meditación durante 21 días. Así que me dije, venga va, esta es la mía. A ver si consigo calmar a la fiera que anda dando vueltas por mi cabeza.

Antes que nada, tengo que decir que he practicado yoga durante varios años, pero reconozco que la parte de la meditación se me daba de pena. O era incapaz de desconectar y me dedicaba a repasar todo lo que tenía que hacer después de la clase, o directamente estaba tan agotada que me quedaba dormida. Tal cual.

Así que aunque no tenía muchas esperanzas, me dispuse a poner en práctica la meditación durante 21 días cada mañana. Y ahora, quiero compartir con vosotras cosas que he aprendido durante estos días:

  • He aprendido a bajar revoluciones. Las meditaciones requerían 3 minutos de mierda cada mañana, y a mi se me hacía un mundo perder 3 minutos. ¡3 minutos! Así que esto me ha ayudado a ser consciente de lo acelerada que voy por la vida y a intentar bajar revoluciones.
  • He aprendido a parar. Necesito estar SIEMPRE ocupada. Y como para mí meditar significaba no hacer nada., lo llevaba fatal. Por lo que conseguir centrar mi atención en mí misma durante la meditación, me parece todo un éxito.
  • Me costará detener mi mente, pero no significa que no pueda controlarla. Lo que significa que aunque no pueda evitar que me interrumpan mil pensamientos, sí puedo controlarlos y dejar que pasen para seguir centrada en la meditación. El objetivo es no encallarse en ellos.
  • Afrontas los días con otra actitud. Las obligaciones y preocupaciones siguen ahí, pero mi actitud hacía ellas ha cambiado.
  • He empezado a incorporar sesiones de meditación por la tarde. Para descargarme de todas las emociones del día y relajarme.
  • He aprendido a ser más consciente de mi cuerpo. De repente me he dado cuenta de que voy siempre con los hombros en tensión. Así que aprendí a detectar cómo afecta mi mente a mi cuerpo y cómo relajar.
  • He notado una mejora en el descanso. Principalmente al incorporar las meditaciones de tardes.
  • He adquirido una práctica que espero seguir manteniendo en mi vida.

 Por eso, recomiendo que probéis a meditar durante unos días, a ver si os ayuda tanto como a mí.

Os dejo aquí el enlace del curso que yo realicé.

¿Alguna que también medite y quiera compartir sus experiencias?