Mi cuñado es tan insufrible que ha tenido que buscarse pareja en la otra punta del mundo

No es un secreto que mi relación con mi cuñado no es precisamente la mejor, pero cuando se inicia con mal pie, normalmente, no hay vuelta atrás.

Es cierto que nuestra mentalidad, forma de pensar respecto a ciertas cuestiones y nuestro carácter no es precisamente complementario, al mismo tiempo que los choques culturales, aunque todos seamos occidentales, son bastante evidentes entre la familia de mi pareja y la mía; pero mi chico también es noruego y la diferencia no es tan sumamente obvia.

Cuando digo que empezamos con mal pie, me refiero a que, desde el inicio de nuestra relación (la de mi chico y yo), fuimos desvalorizados y desprestigiados por el hecho de habernos conocido por internet. Él se reía de mi pareja por tener que recurrir a una app de citas para ligar y le decía que esa era la opción fácil y que nuestra relación no tenía futuro por este mismo motivo.

cuñado

A partir de ahí, todo fue cuesta abajo, de culo y sin frenos. Teníamos discusiones de niños pequeños en las que involucraba a sus padres con la cantinela de «mamá/papá, mira Sara lo que me ha dicho», pero menos mal que sus padres saben bien de qué pie cojea (mucho cuidado, porque estamos hablando de un hombre de más de 30 tacos) y no hacían caso de sus rabietas de niño de cuatro años.

Llegó un momento en el que Alex parecía que había empezado a «tolerarme», e incluso podríamos llegar a afirmar que se llevaba bien conmigo. Justo por esta fecha, fue cuando conocimos a su primera novia formal, Susana, residente en su mismo pueblo.

Con Susana duró poco más de tres meses y la terminó dejando por la misma sarta de chorradas que a las demás (de las que apenas sabíamos nada porque fueron prácticamente inexistentes).

Resulta que, para mi cuñado, existe una chica perfecta con una lista de cualidades inamovible, entre las cuales se encuentran no ser «liberal» (vamos, no salir de fiesta con relativa frecuencia —cosa que él mismo hace—), tener una fe o espiritualidad firme, ser bastante recatada y conservadora, tener buen físico y, la verdad, en este punto yo ya desconecto porque me importa bien poco su ideal de «perfección» femenina.

A todos estos puntos de su lista hay que añadir uno que él parece olvidar con frecuencia: una chica que sea capaz de aguantarle todas sus gilipolleces y su carácter de mierda. Y, ¡eh!, que esto no lo digo solo yo, ya que las peleas con sus padres y su propio hermano suceden con frecuencia (él protesta mucho de mis suegros, pero ha estado viviendo con ellos hasta hace relativamente poco —y tiene 35 años— pudiendo permitirse la independización desde hace bastante).

Bueno pues, después de su relación con Susy, el carácter de Alex volvió a agriarse, y sólo lo recuperó hará cosa de un año. En ese momento fue cuando yo me olí que volvía a estar saliendo con alguien.

Así fue como, durante las pasadas navidades, mi cuñado nos dio el bombazo:

Había conocido a una chica mexicana (residente en México, no en España) por internet,  llevaban unos cuantos meses hablando y, a principios de año, iba a ir a México para conocerla.

Cuando nos lo contó, ya tenía el plan de vida configurado en su cabeza: si todo salía bien, Camila se vendría a vivir a España y seguiría trabajando a distancia en su empresa.

Cuando volvió de su viaje a México, después de tan solo 10 días, Alex ya había tomado la decisión de que, cuando Camila viniera a España, se casarían para que ella pudiera quedarse en España, solicitando la reagrupación familiar con motivo del matrimonio, dado que la nacionalidad de ninguno de los dos es europea (lo que complica aún más la cosa). Así que se puso a buscar piso como un loco, se compró uno y se independizó en menos que canta un gallo para estar preparado para cuando su chica viniera a España.

A pesar de que (Dios nos libre) no nos hayamos metido con las decisiones que toma, Alex está constantemente a la defensiva, atacándonos a todos como «defensa» ante las posibles críticas que podamos hacerle, cuando nosotros lo único que hemos hecho es preocuparnos por él y asegurarnos que ha meditado bien tan apresurada decisión.

Creo que es normal andar con recelo cuando sabemos que la chica en cuestión ya estuvo casada con una persona de otro país y se mudó a dicho país por él, además de saber que su familia pertenece a una secta religiosa (vamos, que todo parece sacado de un culebrón).

El argumento de Alex para hacer todo esto de forma tan acelerada es que quiere formalizar lo suyo con Camila lo antes posible puesto que su mentalidad no es tan liberal como la mía y la de su propio hermano (refiriéndose con esto a que llevamos juntos más de diez años y no estamos casados ni tenemos hijos) y que necesita tener una relación válida (dando a entender que el simple hecho de casarse ya valida una relación y la convierte en algo más «real» que la nuestra —palabras de mi cuñado, no mías—). Al mismo tiempo, alega que sintió la necesidad de conocer a alguien de la otra punta del mundo porque en España todas las mujeres somos demasiado liberales o demasiado estúpidas (y yo debo de ir a clubs de intercambio de pareja mientras duermo y no me habré enterado, porque no me considero precisamente estúpida).

Como, hasta hace cuatro días, vivía en casa de mis suegros, cada vez que íbamos a visitarles se liaba un Cristo y había bronca asegurada, así que se optó por evitar el tema y centrarnos en otros más seguros como hablar de lo cálido que está siendo este mes de mayo, los muebles que ya tiene comprados para su piso nuevo o lo cara que se ha puesto la fruta en el súper.

cuñado insufrible

Pero un día se ve que mi suegro estaba deseando desahogarse y hablar con alguien más sobre la locura que estaba a punto de cometer su hijo, y decidió llamar a mi chico mientras Alex estaba en el trabajo para pedirle su opinión al respecto.

Tras mucho hablar y hablar por teléfono, ambos llegaron a la conclusión de que mi cuñado está atravesando una especie de crisis, y ha querido pisar el acelerador para pasar de 0 a 100 en el menor tiempo posible, pasando de estar soltero y viviendo con sus padres con más de 30 años, a independizarse, comprarse una casa y casarse antes de cumplir los 36.

Según palabras textuales de mi suegro en su llamada telefónica a mi novio:

«Tu hermano es tan insoportable que no ha podido encontrar una chica que lo aguante por aquí cerca y ha tenido que ir a buscarla en la otra punta del mundo».

 

Nada más que alegar, su señoría.

 

Anónimo.