Esta historia es algo que ha causado mucho dolor a mi familia y a la de mi hermano, la mayoría de cosas pasaron sin que nosotros lo supiéramos y aun así, estoy segura de que no sabemos todo y de que algunas cosas de las que sabemos, son mentira.

Mi hermano estudió ADE (administración y dirección de empresas), siempre tuvo claro que sería empresario, que tendría su propio negocio y que “sería su propio jefe”, le he cogido tanto asco a esta última frase que me cuesta hasta escribirla. Cuando terminó de estudiar empezó a buscar trabajo para tener capital y así invertir en su negocio, tenía varias ideas de negocio rentable, pero quería esperar a investigar el mercado y ver cual era más factible.

Todos los trabajos que se buscaba, eran en sitios influyentes. En hoteles o salas dónde se hacían negocios importantes, fue asesor un tiempo para una famosa empresa que conocemos todos y chofer y acompañante de algunos ejecutivos. Él siempre tuvo mucha labia, y nos decía que era muy importante rodearse de las personas correctas. Así que él buscaba gente que le pudiera orientar o serle de ayuda más adelante.

Por lo que veíamos desde fuera, le iba bien, tenía su piso, sus ahorros y conoció a una chica que era traductora, con la que empezó a salir. La presentó a la familia, formalizaron la relación y se fueron a vivir juntos. La chica era encantadora y todos la queríamos. De hecho, fue ella la primera en ver las señales de que algo no iba bien.

Mi hermano nos contó que estaba metido en un nuevo proyecto, algo novedoso, que iba a “reventar el mercado”, que no se había hecho nunca y que no nos podía dar más información. Había conocido a un chico en una cena en Andorra que le había hablado del proyecto y le convenció para que formara parte. Él decía que era la oportunidad que llevaba todo este tiempo esperando y que todo había valido la pena, así que se le veía feliz, pero empezó a cambiar de actitud.

Nunca llegamos a conocer al chico que le había metido en el proyecto, pero estaba claro el tipo de persona que era. Mi hermano empezó a vestir siempre con camisa y americana, siempre con el pelo perfecto y de repente, pasó a tener relojes carísimos que iba intercalando según el modelito que llevase. Empezó a despreciarnos a los demás por “conformarnos”, “no tener ambición”, “querer ser siempre esclavos”, “no tener creatividad”, “no arriesgar” y mierdas varias así. Ahí fue cuando se hizo tan repetitiva la frase de “ser tu propio jefe”.

Decidió que tenía que cambiar de coche y de piso, que necesitaba algo más, algo más grande y acorde con su estatus, cambió de compañías y su Instagram pasó a ser un escaparate de la vida del típico tío capullo que solo tiene fotos trajeado, en el gimnasio y hablando de que él sabe cómo ayudarte a orientar tu vida. En este punto fue cuando su novia acudió a nosotros a decirnos que le veía cada vez más perdido y que creía que había entrado en una especie de secta. Un día conseguimos que mi hermano nos honrara con su presencia y allí le pedimos explicaciones.

Nos contó que estaba trabajando para una empresa online que se dedicaba a las criptomonedas, en ese entonces nos tuvo que explicar qué era exactamente y nos costó mucho entenderlo, pero básicamente nos decía que él no era exactamente un trabajador, sino un socio fundador principal de esta empresa, que había puesto mucho dinero y ese dinero le generaba dinero. Esta empresa, años después estaría denunciada por varias estafas y sus principales CEOS con orden de busca y captura. No quiero poner el nombre, pero su logo era un búho.

Le dijimos que nos parecía demasiado bueno, un negocio con muy mala pinta. Y me invitó personalmente a ir a una de las reuniones que hacían para que viera que no era nada malo.

Fui a esta reunión y lo que vi me dejó peor de lo que estaba. Todo hombres, ni una sola mujer, todos con traje, fardando de físico, ropa y relojes y mirando a algunos de ellos con desprecio. Era como estar entre tiburones. Terrible. Y mi hermano era uno de ellos.

En la presentación de la reunión, que me enteré que era para captar nuevos socios, aunque ya todos ellos venían trajeados y como si fueran uno de ellos, solo había gente haciéndose la pelota, hablando de los buenos empresarios que eran, de los enormes beneficios que tenían y de lo bien que habían hecho todo. Una presentación cargada de luces, música tipo DJ y mucha parafernalia variada. Todo humo, vaya.

Pues en esa presentación comunicaron que iban a abrir 10 plazas de ejecutivos, a las que solo podían acceder personas que ya ocupasen un cargo elevado en la empresa. La reunión se me hizo larga, pero cuando por fin acabó, se me acercó mi hermano emocionado a decirme que él iba a presentar su candidatura para esa plaza de ejecutivo, y que lo único que le pedían, era una inversión de 80.000€.

Me quedé blanca y le dije que por favor no hiciera eso. Él no paraba de decirme que era seguro, que ese dinero luego generaba dinero, y que ahora era el momento perfecto porqué su novia estaba embarazada y él quería darle un buen futuro a su hijo.

A partir de aquí empezó la peor parte. Se puso a vender todo lo que tenía, el piso, el coche, sus bienes, todo, hasta el coche de su pareja, que estaba completamente en contra de todo esto. Él se obsesionó con conseguir el dinero y después nos enteramos de que había estado “enredando” a otras personas para que le dieran el dinero a cambio de que él les gestionará el acceso a esta empresa. Dejó a su mujer y su hijo en camino en la calle, así que se fueron a casa de sus suegros mientras él conseguía ese dinero, porqué decía que cuando lo consiguiera, por fin cambiaría todo y tendrían la vida resuelta.

Después de unos meses de altibajos, por fin consiguió el dinero y le aceptaron como ejecutivo de alto cargo, él estaba contentísimo y empezó otra vez con esa actitud de desprecio y de “ahora vais a ver lo bien que me va”, pero no fue así para nada.

El primer mes, que se supone que iba a recuperar al menos la mitad de lo invertido, recuperó solo un 10%. Le dijeron que era normal, que no se preocupara. El mes siguiente, fue más bajo aún, el siguiente más bajo, y así hasta que vio que no iba a recuperar su dinero.

Su pareja le dejó y lo echó de casa, mis padres no querían ni verle después de todo lo sucedido (además, él les debía mucho dinero y tenemos sospechas de que intentó robarles) y se quedó sin amigos, por haber dado de lado y despreciado a los de toda la vida, y porque sus otros “amigos” resultó que desaparecieron cuando todo se torció.

Actualmente mi hermano debe dinero a mucha gente, al banco y a mis padres. No creo que vaya a conseguir recuperarse de esta deuda jamás y el juicio contra la compañía aún no se ha celebrado. Mis padres tienen esperanza en la denuncia, yo no. De verdad que me gustaría que así fuera, pero tiene muy mala pinta y hay muchas más víctimas.

Pienso en como era mi hermano antes de todo esto y me parecen dos personas distintas, aun me sorprende lo mucho que ha cambiado, y todo por culpa de las criptomonedas.